Esa foto innovadora de un agujero negro ha planteado algunas preguntas muy importantes



Mirando hacia un abismo cósmico.

Mirando hacia un abismo cósmico. (Alessandro Rustighi /)

Es difícil echar un vistazo a un agujero negro. Ni siquiera la luz, la cosa más rápida conocida en el universo, puede escapar de su gigantesca atracción gravitacional. "Tienes algo que está diseñado para no revelar sus secretos", dice Shep Doeleman, investigador principal de la Universidad de Harvard y director del Event Horizon Telescope (EHT) en el Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica.

En abril de 2019, Doeleman y sus colegas derramaron los frijoles, revelando al mundo la primera imagen de un agujero negro supermasivo. El gigante en cuestión se encuentra a 55 millones de años luz de distancia en la galaxia M87 en la constelación de Virgo. Esta gran revelación podría ayudar a responder algunas de nuestras preguntas más pesadas sobre el universo.

Los astrofísicos acuñaron el término "agujero negro" en 1967, y hay una razón por la cual las elusivas bestias nos han fascinado durante décadas. Cada uno tiene un centro colosalmente denso: el que está dentro de M87 es 6.5 mil millones de veces la masa del sol. Eso crea un inmenso tirón gravitacional, absorbiendo prácticamente todo lo que hay cerca. Sin embargo, alrededor del centro hay un punto visible de no retorno llamado horizonte de eventos, donde el gas y los escombros crean una silueta brillante. Un problema: en la inmensidad del universo, los agujeros negros son pequeños (su densidad es similar a exprimir una estrella más grande que el sol en la ciudad de Nueva York). Reconocer la firma de M87 es similar a ver un cuarto en la luna desde su patio trasero.

El EHT está preparado para la tarea porque en realidad no es un telescopio. Son ocho de ellos. La red internacional de instrumentos de radio terrestres utiliza una técnica llamada interferometría de línea de base muy larga, en la cual un ejército de relojes atómicos sincroniza la matriz para observar un objetivo compartido. Combinados, los dispositivos individuales se convierten en un solo alcance: el EHT. Recogen las ondas emitidas por el horizonte de sucesos, y las grandes computadoras convierten las señales en datos que representan visualmente el objeto, que los humanos luego limpian y juntan en una imagen.

Durante cuatro días en abril de 2017, el EHT apuntó su contingente hacia M87 y miró el agujero negro supermasivo de la galaxia, capturando estas señales con una sensibilidad sin precedentes. Más de 200 científicos de todo el mundo pasaron dos años traduciendo los datos en una instantánea naranja luminiscente. (Parece una rosquilla borrosa y deforme, así que hicimos nuestra propia versión anterior.) "Llegamos al doble diario: teníamos todo funcionando perfectamente para nosotros", dice Doeleman.

No hay ambiente en el universo como un agujero negro. Ser capaz de ver ese objeto nos da un "laboratorio natural", dice Doeleman. Podemos probar teorías de larga data sobre cómo los objetos se mueven a través del espacio, como la relatividad general de Einstein, al observar deformaciones impulsadas por la gravedad en el espacio-tiempo impactan cómo viaja la luz. También podemos estudiar cómo los agujeros negros ayudan a dar forma al universo al absorber la materia. En palabras de Doeleman, "La naturaleza nos está proporcionando una caja de arena".


Esta historia se publicó originalmente en la edición Out There de Popular Science.

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