Hacer el tonto es bueno para los niños: aquí está la evidencia científica

Hacer el tonto es bueno para los niños: aquí está la evidencia científica

Los registros arqueológicos, y las travesuras modernas de nuestros parientes primates, dejan claro que los monos se remontan a mucho tiempo atrás. Sin embargo, son menos ciertas las ventajas de desarrollo y evolución que subyacen a nuestro instinto de construir fuertes, lanzar pelotas y abrazar criaturas de peluche. Le preguntamos a cuatro expertos por qué los humanos solo quieren divertirse.

“El comportamiento lúdico puede ayudar a una especie a sobrevivir. Los bonobos adultos, por ejemplo, parecen hacer muecas como una forma de reducir la tensión con posibles parejas. Del mismo modo, los osos polares machos a veces fingen peleas, lo que puede ayudarles a medir los límites de su propia fuerza antes de arriesgarse a peleas completas “.

—Gordon Burghardt, profesor de psicología y ecología en la Universidad de Tennessee, Knoxville

“A los niños siempre les han gustado las figurillas de animales, muñecos y mini armas y herramientas. Pero el llamado juego de objetos es incluso más antiguo que la humanidad. Los bebés chimpancés también lo hacen. Como nuestros propios hijos, quieren copiar lo que ven hacer a los adultos para poder dominarlo gradualmente “.

—Michelle Langley, arqueóloga de la Universidad Griffith

“La fantasía puede ayudar a los pequeños a aprender a manejar y controlar sus emociones. En la clásica ‘prueba del malvavisco’, los niños en edad preescolar lograron evitar la tentación de comer un dulce fingiendo que era otra cosa, como una nube blanca y esponjosa “.

—Stephanie Carlson, psicóloga del desarrollo de la Universidad de Minnesota

“El juego sociodramático, cuando los niños representan eventos como bodas, es como un proceso colaborativo de escritura de guiones. Los niños reciben retroalimentación sobre sus ideas y aprenden a negociar; si no están de acuerdo sobre qué accesorios usar, por ejemplo, deben probar un nuevo enfoque o alejarse para evitar conflictos “.

—Doris Fromberg, profesora emérita de educación en la Universidad de Hofstra

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