Los videos de tirones de queso pegajoso y las fotos de rezumar huevos demasiado fáciles pueden hacer que nuestras barrigas retumben. Pero estos platos 2D no pueden satisfacer nuestra hambre, entonces, ¿cómo pueden los píxeles aún hacernos salivar?
Es principalmente porque "no evolucionamos en un mundo de imágenes", dice el neurocientífico de Princeton Michael Graziano. Es posible que sepa que lo que está viendo no son alimentos que puede comer, sino las vías cerebrales que evolucionaron durante millones de años, sin programas como El gran espectáculo de repostería británico
Este sistema biológico funcionó mejor cuando no sabías dónde obtendrías tu próxima comida. Ahora abundan los comerciales y los videos de recetas, creando señales constantes, y a menudo irresistibles, para comer hasta el cansancio. Por eso es importante consumir todo con moderación, incluido Instagram.
Este artículo se publicó originalmente en la edición de verano de 2019 Make It Last de Ciencia popular.