Covid-19 es un regalo para autoritarios y dictadores.



Es probable que la dramática crisis que estamos experimentando como resultado de la epidemia de Covid-19 provoque innumerables cambios a nivel político, económico y social.

Es seguro decir que el mundo, particularmente nuestra sociedad y nuestra forma de vida "occidental" como la conocemos, no será la misma que antes.

El 'mundo mejor' que la generación anterior a nosotros construyó después de la Segunda Guerra Mundial, incluso con todas sus limitaciones, está en peligro de ser interrumpido y eliminado.

En este momento, aunque con diferentes plazos, metodologías y resultados, los líderes mundiales están involucrados en esta batalla y están desviando los máximos recursos posibles para este fin, mientras que la opinión pública y los medios de comunicación se centran correctamente en los riesgos para la salud de la humanidad, especialmente poblaciones más débiles y pobres, y sobre los peligros para las economías mundiales, que corren el riesgo de una fase de estancamiento y depresión con pocos iguales en la historia.

Sin embargo, incluso en esta emergencia, es necesario mantener un nivel muy alto de atención a lo que le está sucediendo a la democracia en esta fase histórica. La lucha contra la pandemia no puede usarse como pretexto para un ataque global contra los derechos humanos y la democracia, como desafortunadamente está sucediendo en varias partes del mundo.

No estamos 'desviando la atención'. Todo lo contrario.

Si bien estamos haciendo todo lo posible para detener el contagio y comenzar a pensar en cómo salir de la pandemia social y económicamente, también debemos evaluar los riesgos para la democracia y los derechos humanos a escala mundial. Es esencial cuidar 'ahora' también de la democracia y los derechos, porque 'más adelante' existe un riesgo real de regresión, y sin ellos nuestro futuro solo puede ser más oscuro.

Surgen tres problemas, entre otros:

Primero, estamos presenciando la progresiva "suspensión" de las garantías democráticas: mientras que algunas medidas que restringen la libertad o la privacidad individual pueden justificarse y entenderse por razones de salud, especialmente si son temporales, otras son inaceptables y muy peligrosas.

La cancelación literal de la democracia implementada por Orban solo puede ser resuelta con una vehemente reacción europea.

Dictador dentro de la UE

Una dictadura no puede ser parte de Europa.

En segundo lugar, muchos países, con el pretexto de Covid-19, se están aprovechando silenciosamente de la falta de reacción de la opinión pública mundial para restringir el espacio y la calidad de la democracia y eliminar opositores y defensores de los derechos humanos.

Solo por mencionar algunos ejemplos:

En Irán, las autoridades están reprimiendo brutalmente las protestas antigubernamentales.

En Egipto, el encarcelamiento del defensor de los derechos humanos Ibrahim Ezz El-Din y el estudiante Patrick Zaky está siendo arbitrariamente extendido.

En Arabia Saudita, el príncipe Salman Bin Abdulaziz al Saud, que estaba bajo arresto domiciliario injustificadamente desde 2018, fue tomado y desaparecido por la fuerza por funcionarios sauditas, su destino desconocido.

En Argelia, Karim Tabbou ha sido condenado en apelación sin la presencia de sus abogados.

En Turquía, se confirman las condenas para manifestantes en el Parque Gezi, incluido Osman Kavala.

Y en Tailandia, cualquiera que critique las acciones del gobierno sobre Covid-19 o revele escándalos y corrupción en el sector de la salud sufre fuertes represalias.

La lista lamentablemente podría continuar.

Finalmente, los refugiados en los campamentos, los detenidos en todos los países del mundo, las personas sin hogar, que tienen derecho a ser protegidos y salvaguardados en la medida de lo posible contra la epidemia, no deben ser olvidados en la emergencia.

En este contexto, Europa no puede renunciar a su papel de liderazgo en la protección de los derechos humanos.

Por lo tanto, acogemos con beneplácito la propuesta conjunta presentada el pasado miércoles 25 de marzo por el Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE y la Comisión Europea ante el Consejo Europeo para adoptar una decisión sobre el "Plan de la UE sobre derechos humanos y democracia 2020-2024".

Esto incluye, entre otras cosas, fortalecer el liderazgo de la UE en la promoción y protección de los derechos humanos y la democracia en todo el mundo, e identificar prioridades para la acción, maximizando el papel de la UE en el escenario mundial mediante la expansión de la "caja de herramientas de derechos humanos".

Una medida importante fue la propuesta de que las cuestiones relacionadas con la política de derechos humanos de la UE en el mundo ya no deberían estar sujetas a la unanimidad, sino a una votación por mayoría cualificada, a fin de evitar vetos y negaciones por parte de los países ahora en una deriva peligrosa.

Sin desear hacer una comparación irreverente, recordamos que mientras la Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo, Altiero Spinelli, desde su confinamiento en Ventotene, pensó e imaginó una Europa nueva, próspera y libre, como lo hicieron Jean Monnet y otros.

Crearon las condiciones para que Schuman, De Gasperi, Adenauer y Spaak dieran vida y cuerpo a ese sueño.

Hoy estamos en guerra: debemos luchar sin olvidar nuestro pasado, sin negar nuestros valores y las razones aún válidas que dieron origen al sueño europeo.

Este es el deber de nuestra generación: garantizar que Europa esté a la altura de este desafío histórico.

LO MÁS LEÍDO

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *