El nuevo valor público | Nueva Europa



Más que nunca, el valor público es una parte estratégica de la sociedad. El concepto de valor público como la llamada "plataforma de centralidad" exige un nuevo orden que no pueda resolverse mediante especificaciones únicas que estén asociadas con nuevos ajustes gubernamentales u organizativos que estén asociados con arreglos específicos en diferentes departamentos públicos.

Si esto es importante, como continúa afirmando Francis Fukuyama, la sociedad civil podrá llevar a cabo un grado de liderazgo dinámico en el proceso de cambio. No hay duda de que el valor público debe ser capaz de conducir y controlar este tipo de desafíos.

La política pública existe para servir a los ciudadanos. Deben comprender esto y el sentido de urgencia que forma parte de un contrato de confianza permanente. Cuando David Osborne habla sobre la creciente oportunidad y la necesidad de poner en la agenda un nuevo valor público, claramente está evidenciando uno de los elementos centrales de la modernidad competitiva. Es más importante que nunca garantizar una reposición del valor público como "facilitador" de una organización que controla el "Nuevo Mundo" del siglo XXI y utilizar la ventaja de calificar las dimensiones del conocimiento, la innovación y la competitividad como atributos que son capaz de dar a los ciudadanos europeos una nueva confianza.

En la nueva economía global y la sociedad de la innovación, el valor público juega un papel central en la creación de valor y un enfoque en la creatividad. En un momento de cambio, el valor público no puede esperar. Un nuevo valor público debe confirmarse como un facilitador en un sistema muy tradicional al introducir en la sociedad y en la economía un capital de confianza e innovación que es esencial para garantizar un liderazgo central en un mundo competitivo.

El valor público debe ser un actor global que sea capaz de impulsar la matriz social europea de creación de conocimiento único y venderlo como un activo móvil en el mercado global. Para garantizar que esto suceda, las políticas públicas deben agregar, de manera innovadora, su compromiso con las "tres Ts": tecnología, talento y tolerancia.

Estos son, de hecho, los "impulsores del cambio" para la Política Pública y la sociedad civil debe ser capaz de comprender este nuevo desafío y abordar respuestas efectivas a los diferentes interesados ​​del sistema.

Osborne tiene razón al insistir en la actualidad e importancia del desafío del valor público. Es esencial en una sociedad moderna e innovadora consolidar mecanismos estratégicos que nos hagan creer. Este es el papel de un nuevo concepto de valor público, una vez que se caracteriza por una actitud de promoción y calificación de ciudadanía activa.

Lo más importante, es importante que el nuevo valor público sea excelente. Al estado le importa ser un operador de la modernidad.

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