Cheapfakes hizo más daño político en 2020 que deepfakes

El 30 de noviembre, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Lijian Zhao fijó una imagen en su perfil de Twitter. En él, un soldado se para en una bandera australiana y sonríe maniáticamente mientras sostiene un cuchillo ensangrentado en la garganta de un niño. El niño, cuyo rostro está cubierto por un velo semitransparente, lleva un cordero. Junto a la imagen, Zhao tuiteó: “Conmocionado por el asesinato de civiles y prisioneros afganos por parte de soldados australianos. Condenamos enérgicamente tales actos y llamamos [sic] por hacerlos responsables “.

El tweet es haciendo referencia a un anuncio reciente

por la Fuerza de Defensa Australiana, que encontró “información creíble” de que 25 soldados australianos estuvieron involucrados en el asesinato de 39 civiles y prisioneros afganos entre 2009 y 2013. La imagen pretende mostrar a un soldado australiano a punto de degollar a un niño afgano inocente . Cosas explosivas.

Excepto que la imagen es falsa. Tras un examen más detenido, ni siquiera es muy convincente. Podría haber sido creado por un novato en Photoshop. Esta imagen es una supuesta falsificación barata, un medio de comunicación que ha sido manipulado, editado, etiquetado incorrectamente o contextualizado incorrectamente para difundir desinformación.

El cheapfake está ahora en el centro de un importante incidente internacional. El primer ministro de Australia, Scott Morrison, dijo que China debería estar “completamente avergonzada” y exigió una disculpa por la Imagen “repugnante”. Beijing se ha negado, acusando a Australia de “barbarie” y de tratando de “desviar la atención del público” de presuntos crímenes de guerra cometidos por sus fuerzas armadas en Afganistán.

Hay dos lecciones políticas importantes que extraer de este incidente. La primera es que Pekín sancionó el uso de un truco barato por parte de uno de sus principales diplomáticos para difundir activamente desinformación en las plataformas en línea occidentales. China ha actuado tradicionalmente con cautela en estos asuntos, con el objetivo de presentarse como una superpotencia benigna y responsable. Esta nuevo enfoque

es un cambio significativo.

El cheapfake está ahora en el centro de un importante incidente internacional.

En términos más generales, sin embargo, esta escaramuza también muestra la creciente importancia de la desinformación visual como herramienta política. Durante la última década, la proliferación de medios manipulados ha remodelado las realidades políticas. (Considere, por ejemplo, las falsificaciones baratas que catalizaron un genocidio contra los musulmanes rohingya en Birmania, o ayudó a difundir desinformación covid.) Ahora que las superpotencias globales están compartiendo abiertamente falsificaciones baratas en las redes sociales, ¿qué les impide (o cualquier otro actor) desplegar una desinformación visual más sofisticada a medida que surge?

Durante años, periodistas y tecnólogos han advertido sobre los peligros de los “deepfakes”. En términos generales, los deepfakes son un tipo de “medio sintético” que ha sido manipulado o creado por inteligencia artificial. También pueden entenderse como el sucesor “superior” de los cheapfakes.

Los avances tecnológicos mejoran simultáneamente la calidad de la desinformación visual y facilitan que cualquiera la genere. A medida que sea posible producir deepfakes a través de aplicaciones de teléfonos inteligentes, casi cualquier persona podrá crear desinformación visual sofisticada casi sin costo alguno.

Falsa alarma

Las advertencias falsas alcanzaron un punto álgido antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de este año. Durante meses, políticos, periodistas y académicos debatieron cómo contrarrestar la amenaza percibida. En el período previo a la votación, las legislaturas estatales de Texas y California incluso prohibió preventivamente el uso de deepfakes para influir en las elecciones.

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