Algunas personas en Groenlandia metabolizan los azúcares de manera diferente

Durante milenios, las poblaciones de Groenlandia disfrutaron de una dieta relativamente libre de azúcar. Sin la necesidad de procesar rápidamente ciertos carbohidratos, muchos perdieron la función de una enzima clave que procesa la sacarosa.

Para saber qué significa esta pérdida para la salud de las poblaciones actuales, un equipo de investigadores dirigido por científicos de la Universidad de Copenhague analizó la salud de miles de habitantes de Groenlandia.

El gen en el centro del estudio produce la enzima sacarasa-isomaltasa. En algún momento de la historia de Groenlandia, se transformó hasta el punto de que ya no funciona. Poco más de un tercio de sus descendientes ahora portan al menos una de estas variantes rotas.

Para el resto de nosotros, las versiones funcionales de la enzima se encuentran en nuestra pared intestinal, donde digieren los carbohidratos de la dieta como la sacarosa ( el tipo de azúcar que se puede espolvorear en el café) y la isomaltosa (un componente de la glucosa caramelizada).

Basado en el resultados de estudios anteriores en los niños, esta enzima absorbente de azúcar es necesaria para una buena salud. Sin él, el consumo de cualquier cantidad significativa de alimentos azucarados produce diarrea, irritabilidad intestinal y vómitos. Sin embargo, si esto se aplica a los adultos, sigue siendo una cuestión abierta.

Se llevó a cabo una evaluación de la química sanguínea, la dieta y los antecedentes de diabetes en más de 6.000 voluntarios groenlandeses, junto con un estudio de sus genes. Todos eran mayores de 18 años.

Sorprendentemente, cuando los niños supuestamente sufrieron reacciones graves al consumo de azúcar hasta el punto de que podría afectar su desarrollo, los adultos prosperaron más o menos.

Los resultados asociaron la posesión de dos copias del gen desaparecido con un índice de masa corporal más bajo y porcentajes reducidos de grasa, así como un perfil lipídico saludable.

Un grupo dentro de la población del estudio también mostró niveles intrigantes de una sustancia química llamada acetato. La circulación de este ácido graso de cadena corta se ha relacionado con menos apetito, lo que indica además que la pérdida de esta enzima clave podría tener ciertos beneficios en un mundo donde es difícil evitar el exceso de alimentos de alto contenido energético.

Los investigadores sospechan que el excedente de carbohidratos simples en el intestino podría favorecer la microflora que lo transforma en acetato, convirtiéndolo de un irritante potencial en una herramienta para una dieta más saludable.

Los resultados experimentales basados ​​en ratones diseñados para resistir la absorción de sacarosa también mostraron que almacenaban menos grasa cuando se alimentaban con dietas ricas en energía.

Es difícil decir si este conocimiento podría informar a las generaciones futuras de terapias para combatir la grasa. Se necesitan más estudios para explorar completamente las consecuencias de inhibir formas funcionales de sacarasa-isomaltasa en las entrañas de las personas que podrían necesitar una mano amiga para controlar la digestión del azúcar.

Esta investigación fue publicada en Gastroenterología.

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