Cómo elegir sabiamente tus batallas en el trabajo

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Hace unos años, estuve involucrado en un conflicto profesional que consumió toda mi energía, concentración y tiempo. Trabajé con un colega que conocía desde hacía años. Fue un proyecto importante para mí y parte de él se convirtió en un punto de discordia entre nosotros. Creía firmemente que mi enfoque era el correcto y estaba decidido a llevarlo a cabo. Mi colega no estuvo de acuerdo y dijo que su enfoque era más sólido que el mío.

Cuanto más empujaba, más resistencia encontraba. Nuestras reuniones se volvieron más tensas, los correos electrónicos que intercambiábamos parecían volverse más amargos y el progreso del proyecto se ralentizó. Ya no se trataba sólo del proyecto; Sentí como una batalla personal que tenía que ganar. Estaba convencido de que si no luchaba por ello, todo el proyecto fracasaría y me preguntaría qué podría haber pasado.

Sin embargo, a medida que pasaban las semanas, me di cuenta de que esta batalla estaba pasando factura tanto al proyecto como a mí personalmente. Mis niveles de estrés se dispararon, mi relación con mi colega se deterioró y el proyecto que tanto nos entusiasmaba se convirtió en una fuente de ansiedad. El punto de quiebre llegó cuando le confié (bueno, me quejé) a un amigo de confianza que me preguntó: “¿Vale la pena esta pelea?”. ¿Qué estás tratando de ganar aquí?

Esta pregunta me golpeó como un golpe. Estaba tan concentrado en ganar la pelea que perdí de vista el panorama general. Al final, tuve que dar un paso atrás, reevaluar y tomar la difícil decisión de abandonar mi postura por el bien del proyecto y de mi relación con mi colega. No fue fácil, pero fue la decisión correcta.

Esta experiencia me enseñó una lección crucial sobre el liderazgo: no vale la pena pelear todas las batallas. Como líderes, debemos aprender a elegir sabiamente nuestras batallas y saber cuándo avanzar y cuándo dejarlo ir.

Así es como abordé este delicado acto de equilibrio.

1. Evaluar el impacto en el panorama general

Una de las consideraciones más importantes al decidir si pelear o abandonar una pelea es comprender el impacto en el panorama general. ¿Ganar esta batalla beneficiará al proyecto, equipo o empresa a largo plazo o se trata más de orgullo personal?

Los líderes que constantemente se centran en el panorama general en lugar de perderse en los pequeños detalles parecen tener más probabilidades de superar con éxito desafíos complejos. He visto a otros líderes renunciar con gracia a pesar de que sabía que creían que tenían razón en la situación. Es importante detenerse y evaluar si la batalla que estás librando se alinea con los objetivos generales y la visión del proyecto.

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2. Evaluar el posible costo de la batalla.

Cada lucha tiene un costo: tiempo, energía, relaciones o recursos. Antes de involucrarse en un conflicto o desacuerdo, es importante sopesar estos costos con los beneficios potenciales. En mi caso, el precio fue el deterioro de una relación de larga data con mi colega y el estancamiento del progreso del proyecto.

Una investigación de la Universidad de California (sus diversos estudios sobre conflictos y liderazgo) ha descubierto que los líderes que sopesan los costos de un conflicto antes de involucrarse en uno son más eficaces para mantener un equipo cohesionado e impulsar el éxito a largo plazo. Esto significa que debes considerar las consecuencias inmediatas y las consecuencias a largo plazo de una batalla.

3. Determina de qué se trata realmente

Es fácil quedar atrapado en el calor del momento y perder de vista lo que realmente está en juego. ¿Esta batalla es sobre un tema crítico que tendrá un impacto significativo en el éxito del proyecto o empresa, o se trata más de tu ego y de demostrar que tu punto de vista es correcto?

En mi experiencia, muchas situaciones desagradables que ahora parecen importantes están impulsadas por el orgullo personal más que por una necesidad empresarial. Al eliminar las capas emocionales, puedes concentrarte en lo que importa. He descubierto que tengo más éxito en la resolución de conflictos y en la toma de decisiones cuando me concentro en resultados objetivos en lugar de en la satisfacción emocional.

4. Reconocer cuándo dejar ir por un bien mayor

A veces la mejor decisión que puede tomar un líder es dejarse llevar. Esto no significa darse por vencido; Significa reconocer que su energía y sus recursos podrían gastarse mejor en otra parte. Dejar ir puede ser una decisión increíblemente difícil, especialmente si ha invertido mucho tiempo y esfuerzo en un proyecto en particular, pero también puede ser el movimiento más estratégico.

En última instancia, dejarlo ir me permitió volver a concentrarme en los objetivos más amplios del proyecto y reconstruir la relación tensa. Cuando te sueltas cuando es necesario, eres más adaptable y estás mejor equipado para liderar, una característica clave del liderazgo exitoso.

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5. Aprende de la batalla

Ya sea que estés librando una batalla o dejándola pasar, siempre hay algo que aprender. Es importante reflexionar sobre la experiencia, comprender qué funcionó y qué no, y aplicar esos aprendizajes a decisiones futuras. Cada batalla, ganada o perdida, es una oportunidad de crecimiento y aprendizaje.

Un artículo del Centro de liderazgo creativo afirmó que los líderes que reflexionan periódicamente sobre sus decisiones y aprenden de sus experiencias son más resilientes y eficaces en sus funciones. Esta práctica reflexiva te ayuda a tomar mejores decisiones en el futuro. También te permite ver las cosas de manera diferente, asegurándote de que no sólo estés librando batallas, sino también eligiendo las correctas.

Al recordar el difícil momento en el que me enfrenté a mi colega, me doy cuenta de que aprender a elegir mis batallas fue una lección valiosa en mi trayectoria de liderazgo. Es fácil perderse en los detalles y luchar por cada centímetro mientras se pierde de vista los objetivos más importantes. Sin embargo, el liderazgo auténtico consiste en tomar decisiones estratégicas que beneficien al equipo y al proyecto.

Como líderes, debemos dar un paso atrás, evaluar claramente la situación y decidir cuándo avanzar y cuándo dejarlo ir. No se trata de evitar el conflicto o ceder; Se trata de ser inteligente y estratégico y centrarse en lo que es importante. Al elegir sabiamente nuestras batallas, podemos liderar de manera más efectiva, construir relaciones más sólidas y lograr un mayor éxito.

En última instancia, las batallas que libramos –y las que abandonamos– nos definen como líderes. Es en estos momentos cruciales donde demostramos nuestras verdaderas habilidades de liderazgo.