¿Cómo funciona realmente la ‘Autonomía Estratégica Digital’?

La autonomía estratégica hoy ya no se trata solo de seguridad. Muchos dominios ahora se consideran ‘estratégicos’: economía e industria, fabricación e infraestructura crítica, sustentabilidad, seguridad energética y la revolución eléctrica, además, por supuesto, seguridad y defensa.

Pero, sin duda, el verdadero juego del futuro se está jugando ahora en el campo de las nuevas tecnologías y, más aún, en la digitalización de las sociedades.

Aunque ahora está claro que la autonomía no puede significar proteccionismo, en tiempos de crisis, podría significar ‘pragmatismo’. En este contexto, una base industrial sólida y adaptable es fundamental para asegurar la capacidad de actuar con autonomía.

Por un lado, encontrar socios afines es ahora más necesario que nunca. Por otro lado, los estados miembros y la UE deben crear un diálogo con rivales estratégicos e incluso sistémicos. Dado que el mundo mismo funciona en interdependencias, la apertura garantizará los objetivos y las necesidades de una transición europea digital, sostenible y preparada para el futuro.

Sin embargo, puede ser necesario reequilibrar la naturaleza de tales relaciones hacia una postura asertiva en la estrategia a largo plazo, asegurando que nunca se aceptarán compromisos en términos de valores fundamentales.

Las tecnologías críticas deben ser consideradas instrumentos de autonomía estratégica digital.

Los microchips, junto con las nuevas tecnologías de telecomunicaciones como 5G y 6G, la inteligencia artificial, la computación cuántica y las herramientas de ciberseguridad, así como la identificación electrónica y digital, son solo algunos de los habilitadores clave dentro de los diferentes segmentos de esta transición digital.

La escasez en la cadena de suministro y los conocimientos técnicos en estos dominios (como se experimentó durante la pandemia) han subrayado cómo la diversificación e incluso el replanteamiento de las prerrogativas estratégicas deben estar en el centro de las agendas políticas de la UE.

Por lo tanto, encontrar los socios adecuados con los que cooperar es una parte importante de una Europa estratégica próspera. Los socios se definen como democracias afines y orientadas al mercado hacia las cuales la apertura es esencial.

Se debe fomentar la cooperación transatlántica con ambas Américas, relaciones significativas para el comercio y la inversión con las democracias en África, así como una estrecha cooperación con países como Taiwán o Japón.

Carne en el hueso

Los consejos de comercio y tecnología, y la diplomacia digital suenan bien, pero echan de menos la carne en el hueso. Además, dado que los intereses pueden variar con el tiempo y las circunstancias, es crucial que la UE explore nuevas relaciones basadas en el mercado bajo estándares comunes, creando un diálogo sistémico y mecanismos recíprocos de intercambio de información.

Para este fin, es crucial una base sólida de reglas de privacidad y gobierno de datos. De hecho, los datos se pueden definir como el ‘petróleo’ de una economía digital. Con su esfuerzo reciente en la definición de la Ley de Servicios Digitales y la Ley de Mercado Digital, la Ley de Gobernanza de Datos y la Ley de Datos, las instituciones europeas han dado pasos significativos hacia la forma en que las empresas europeas almacenan, usan y procesan datos y se ocupan de la privacidad.

Sin embargo, la propia economía de datos europea aún está lejos de alcanzar su pleno potencial, lo que socava su autonomía digital estratégica.

Antes de las elecciones al Parlamento Europeo de 2024, la discusión sobre cómo se procesan los datos para la publicidad política se vuelve cada vez más importante, para garantizar la transparencia, proteger los derechos de los ciudadanos y luchar contra la desinformación y la interferencia.

La protección de los derechos de los ciudadanos en línea está en el centro de la futura Europa digital. Con el ascenso del imperialismo chino y tras la agresión rusa contra Ucrania, se han intensificado las actividades maliciosas en el dominio digital.

Es necesario que la UE sea resiliente en el ciberespacio. Las vulnerabilidades de ciberseguridad amenazan el funcionamiento de nuestras economías, el mercado interior en toda la UE y representan un peligro transversal para nuestras sociedades. Ser resiliente en el ciberespacio requiere avances políticos estratégicos, proactivos, integrados y preparados para el futuro.

La resiliencia no se puede construir por la fuerza ni se puede regular hasta que exista sin una estrategia integral que escuche a la industria. Esta estrategia debe estar preparada para el futuro y a largo plazo, dejar que el libre mercado funcione, dejar que la industria digital produzca y evitar el exceso de regulación. Puede que no sea una cura milagrosa, pero representa una mejor práctica liberal para garantizar políticas que sean verdaderamente “inteligentes”.

Y la UE debe facilitar tal estrategia ‘ayer’, si quiere asegurar su plan ‘Fit4DigitalFuture’ y hacer realidad la autonomía estratégica digital.

Al igual que una computadora, es hora de que la UE busque actualizaciones, tal vez incluso reiniciar su sistema operativo, reevaluar sus prioridades estratégicas, fortalecer las relaciones con socios de ideas afines y reconsiderar aquellos con rivales estratégicos. En tiempos de dispositivos inteligentes, lograr políticas inteligentes es la única forma de fortalecer nuestro futuro digital.

Este artículo apareció por primera vez en la revista de EUobserver, Digital EU: the Good, the Bad — and the Ugly, que ahora puede leer en su totalidad en línea.
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