Al principio, se dieron cuenta de que tenían algo único que aportar a la tecnología 3D. “Ambos venimos de entornos rurales, crecimos afuera en el paisaje, literalmente jugando en la tierra”, dice San Fratello. “Ambos pudimos aportar nuestras propias experiencias vividas a eso, nuestras propias conexiones con la tierra y la agricultura. Esa experiencia vivida combinada con estas increíbles tecnologías, y es por eso que nuestra práctica es diferente. Traemos nuestro amor por la tierra y literalmente lo ponemos en la impresora”.
Ya sea una cabaña, un ladrillo, un recipiente o una instalación de arte, una constante de su trabajo es repensar los materiales naturales a través de la lente de la tecnología. Un proyecto puede imprimirse con barro, aserrín, sal o pieles de uva Chardonnay, todos materiales que provienen de la tierra. Todo se trata de experimentar, de preguntar “¿Por qué no?”
Sin embargo, la pareja desafiaría cualquier intento de categorización. Como dicen en su sitio web, “Sería imposible para nosotros decir que tenemos una filosofía de estudio. Solo tratamos de seguir haciendo”.