¿El ejercicio regular cambia su tendón de Aquiles? Nuevo estudio de gemelos finalmente tiene respuestas

¿El ejercicio regular cambia su tendón de Aquiles?  Nuevo estudio de gemelos finalmente tiene respuestas

El tendón de Aquiles, el tendón más grande del cuerpo humano, actúa como una banda elástica que conecta el músculo de la pantorrilla con el hueso del talón. Si bien sabemos que funciona como un resorte que almacena y libera energía a medida que movemos las piernas, lo que no está claro es precisamente cómo responde al ejercicio y al entrenamiento, si es que responde.

Más específicamente, ¿son las características de nuestros tendones de Aquiles establecidas al nacer por la genética, o pueden los tendones realmente adaptarse a la actividad física a largo plazo, protegiéndolos así del estrés y las lesiones por uso excesivo? Para averiguarlo, un nuevo estudio reunió a 40 pares de gemelos idénticos y los interrogó sobre sus hábitos de ejercicio en los últimos años.

Luego, los resultados de estas encuestas se compararon con las cualidades del tejido del tendón de Aquiles, medido con un dispositivo de oscilación portátil. En particular, los investigadores observaron la rigidez mecánica del tendón, una señal de que puede almacenar más energía.

“Existe mucho debate sobre la adaptación del tendón de Aquiles en respuesta a las actividades de ejercicio”, escriben los investigadores en su artículo recién publicado.

“La mayoría de las investigaciones publicadas actualmente se limitan a atletas de élite y actividades de ejercicio seleccionadas. Además, los estudios existentes sobre la adaptación de los tendones no controlan la variación genética”.

El equipo descubrió que, en general, había una gran variación entre los tendones de Aquiles en ambos grupos, pero no mucha diferencia en la rigidez del tendón al comparar pares de gemelos en su mayoría activos con los en su mayoría inactivos, evidencia de que la genética juega un papel en las características del tendón de Aquiles.

Sin embargo, en pares desiguales donde un gemelo era más activo que el otro, los tendones del individuo activo eran un promedio de 28 por ciento más rígidos. Eso sugiere que hay cierto margen para que el tendón de Aquiles se entrene y se adapte de manera segura mediante el ejercicio regular, que no es de élite.

Los hallazgos coinciden con investigación previa realizado con corredores de élite que demostraron tener tendones de Aquiles más gruesos y rígidos. También ha habido evidencia anterior

que la tensión de los tendones desencadena varias respuestas celulares y moleculares.

“Nuestro estudio proporciona la primera evidencia de que la rigidez del tendón de Aquiles individual está parcialmente determinada por la variación genética”, escriben los investigadores.

“Además, el estudio también indica que las actividades de ejercicio a nivel recreativo pueden desencadenar la adaptación del tendón de Aquiles si se estimulan regularmente durante años”.

Hubo otro hallazgo informado por los investigadores: los ejercicios que involucran “fases aéreas” como el baloncesto y la carrera, donde los pies dejan completamente el piso, tienen más impacto en el tendón de Aquiles que ejercicios como nadar o andar en bicicleta.

“Parece probable que las actividades de ejercicio regulares con una fase aérea puedan aumentar el riesgo de una lesión por uso excesivo del tendón de Aquiles. En consecuencia, las personas que participan en una actividad de ejercicio con una fase aérea deben aumentar lentamente su nivel de intensidad de entrenamiento para permitir que el tendón de Aquiles tiempo suficiente para adaptarse a la carga de alto impacto”, el equipo concluye.

Como siempre, la investigación adicional debería brindar a los científicos más detalles sobre exactamente por qué sucede esto. Serían útiles tamaños de muestra más grandes, que incluyeran gemelos con programas de ejercicio más variados y tipos de ejercicio más variados.

Más adelante, el nuevo estudio podría ayudar a los atletas a adaptar sus programas de entrenamiento, a los corredores ocasionales a mejorar su técnica y a los médicos a tratar (o prevenir) lesiones en esta importante parte del cuerpo.

“[The new results] ofrecen nuevos conocimientos sobre el impacto de la variación genética en la rigidez del tendón de Aquiles individual, que debería abordarse más de cerca en estudios futuros”, escriben los investigadores.

La investigación ha sido publicada en Fronteras en fisiología.

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