Esté preparado para la inestabilidad financiera
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Roula Khalaf, editora del Heaven32, recoge sus historias favoritas en este boletín semanal.
¿Está llegando a su fin la era de la independencia de los bancos centrales? Ahora que Donald Trump regresa a la Casa Blanca, es necesario hacerse esta pregunta. El nuevo presidente no ha ocultado su deseo de poner bajo control a la Reserva Federal, guardiana de la moneda de reserva más importante del mundo.
Por supuesto, se pueden exagerar los beneficios de un banco central independiente. Los banqueros centrales se han atribuido el mérito de garantizar una inflación baja y sostenida en los años 1990 y 2000 –la “Gran Moderación”– cuando en realidad los precios estables fueron en gran medida el resultado de un shock en el mercado laboral global. Esto fue el resultado de la integración de China y otros países en desarrollo a la economía global. A esto le siguió un profundo cambio en el equilibrio de poder entre trabajo y capital y un cambio en la lucha distributiva entre deudores y acreedores a favor de estos últimos. Los banqueros centrales tampoco han destacado a la hora de hacer frente al reciente aumento de la inflación tras la pandemia de Covid y la invasión rusa de Ucrania.
Pero la alternativa a la independencia del banco central no es aceptable. Para entender este punto, basta pensar en la politización masiva de la política monetaria a veces en Turquía o Argentina. La capacidad de conducir la política monetaria independientemente de la presión gubernamental es claramente valiosa. La lógica es que los gobiernos electos tienen un incentivo para reducir el desempleo en el corto plazo, a expensas de los efectos de más largo plazo sobre la inflación y el crecimiento. Cuando están muy endeudados, también tienen un incentivo para depender de la inflación para reducir el valor real de la deuda.
Como se dieron cuenta los votantes en las décadas de 1970 y 1980, esos compromisos son desastrosos. El resultado fue que las autoridades monetarias de todo el mundo perdieron credibilidad. Fueron necesarias tasas de interés altísimas, una recesión global y una política del banco central inspirada por Paul Volcker para que el mundo volviera a una senda de baja inflación. La credibilidad importa en la política monetaria.
Sobre esta base, hay buenas razones para creer que la independencia a la hora de cumplir el doble mandato de la Reserva Federal de promover el máximo empleo y la estabilidad de precios será fundamental bajo una administración Trump que tiene mayorías republicanas tanto en la Cámara como en el Senado. Trump ha prometido aplicar una serie de políticas macroeconómicas y comerciales inflacionarias, incluidos amplios recortes de impuestos, altos aranceles de importación y deportaciones masivas de inmigrantes, que conducirán a un ajuste significativo de los mercados laborales. De hecho, la economía estadounidense enfrentará grandes shocks de oferta asociados con una política fiscal expansiva. Esto inevitablemente apunta a una inflación más alta y volátil, todo ello en el contexto de un aumento de la deuda pública por encima del 100 por ciento del PIB y expectativas de un entorno bancario más desregulador que alentará un retorno a la toma excesiva de riesgos.
También está la excéntrica adición de la obsesión criptográfica de Trump. Maurice Obstfeld, ex economista jefe del FMI, señala que las criptomonedas representan una amenaza sin precedentes para la inflación porque la mayoría de las criptomonedas, aparte de las monedas estables, están desacopladas de la economía real y operan fuera del ámbito de las políticas públicas. Por lo tanto, generan una incertidumbre considerable en las transacciones financieras y las convierten en una base poco confiable para las decisiones económicas.
A pesar del notable desempeño de la Reserva Federal para evitar la recesión y acercar la inflación a su objetivo del 2 por ciento, algunas personas en el Capitolio están promocionando las criptomonedas como la respuesta al fracaso de los bancos centrales. Obstfeld señala que el senador republicano Mike Lee, por ejemplo, ha hecho esto marcado El dólar fue etiquetado como “inestable” debido a su supuesto papel en la creación del déficit federal. Ha aprobado una legislación que prohíbe a la Reserva Federal lanzar su propia moneda digital. Si la prohibición entra en vigor, Obstfeld dijo que crearía más espacio para las criptomonedas no reguladas y potencialmente facilitaría las actividades ilegales. Esto reduciría la influencia de la Reserva Federal en la economía.
Por otra parte, Cynthia Lummis, senadora estadounidense por Wyoming, presentó una la factura en julio para crear una “reserva estratégica de Bitcoin” que fortalecería la posición financiera de Estados Unidos y proporcionaría una cobertura contra la incertidumbre económica y la inestabilidad monetaria. La realidad es que la burbuja criptográfica es en gran medida producto de las políticas monetarias ultralaxas que siguieron a la crisis financiera de 2007-2008. Además de ser extremadamente volátil, tiene un enorme potencial para desencadenar inestabilidad financiera, rescates y riesgo de recesión.
¿Podría todo esto indicar un fiasco como el de Liz Truss y un día de campo para los vigilantes de Bond? La respuesta corta es poco probable, porque la moneda de reserva mundial disfruta de los llamados privilegios exorbitantes. A menos que otro país ofrezca un mercado tan profundo y líquido como los bonos del Tesoro estadounidense, la justicia vigilante es de poca utilidad. Sin embargo, la combinación de una emisión masiva de deuda gubernamental y la notoria imprevisibilidad de Trump es una combinación tóxica para los mercados. Se avecinan tiempos turbulentos para el mercado del Tesoro. Esté preparado para la inestabilidad financiera.