Las células mismas, debido a que se tomaron de un recién nacido, no han sido dañadas por el medio ambiente ni por el envejecimiento del cuerpo. En general, no están contaminados, generalmente están libres de bacterias y virus, y son altamente viables. Debido a esta condición prístina, pueden dividirse a un ritmo muy rápido.
Estas células madre son especialmente adaptativas. Pueden convertirse en una variedad de tipos en función de su potencial particular. Las células madre más jóvenes siempre son más capaces que otras. Esto se demuestra por el hecho de que los niños generalmente sanarán más rápido que alguien que es mucho mayor.
Hay estudios de investigación que han encontrado que hay ciertas enfermedades relacionadas con la edad y que solo ocurren cuando las células madre son demasiado viejas. En esa etapa, se dividen menos y, a veces, no lo dividen todo. Esto significa que no pueden provocar el inicio del proceso de regeneración y no pueden repararlo. El uso de células madre jóvenes se considera mucho más favorable.