Cuatro preguntas clave que los bancos centrales deben responder sobre las monedas digitales

El autor es director del Bendheim Center for Finance en Princeton y vicepresidente de la American Finance Association.

En algún momento de los próximos cinco a diez años, cuando cada uno de nosotros se convierta en propietario de una moneda digital respaldada por el gobierno, recordaremos el verano de 2021 como un punto de inflexión.

El mensaje del Banco de Pagos Internacionales enviado la semana pasada en su Reporte anual no podría ser más claro. La mayoría de los bancos centrales pronto emitirán su moneda en forma digital, por lo que estará disponible para cada uno de nosotros directamente en nuestros teléfonos móviles e instantáneamente intercambiables a largas distancias, al igual que el correo electrónico.

Para prepararnos para un mundo en el que utilizaremos efectivo digital en forma de monedas digitales del banco central, las autoridades monetarias ahora están estudiando soluciones técnicas y decisiones de diseño. Dado el alto nivel de riesgo, es fundamental que los responsables de la formulación de políticas de los bancos centrales no se escondan tras el velo de los acuerdos técnicos. Cuatro opciones son particularmente importantes y requieren la participación de la legislatura y las personas a las que sirven.

Primero, anonimato y privacidad. Por el momento, cada uno de nosotros puede gastar una cierta cantidad de dinero dentro de los límites legales sin que nadie lo sepa. Si bien mantener ese anonimato para las CBDC es técnicamente factible, si los gobiernos y los bancos centrales deberían hacerlo es una cuestión clave. Hay argumentos en ambos sentidos y es fundamental que se discuta de forma abierta y democrática. Nuestras empresas ya están debatiendo muchas cuestiones sobre la protección de datos y la regulación de las empresas tecnológicas privadas. Estas conversaciones pueden y deben proporcionar información sobre cómo nos ocupamos de la protección de datos en torno a las CBDC.

En segundo lugar, existen preocupaciones reales sobre la organización y el diseño de la intermediación financiera. Al ofrecer directamente fondos digitales seguros y fácilmente accesibles a los ciudadanos, los bancos centrales podrían privar a los bancos privados de sus bases de depósito, aumentar los costos de los recursos, aumentar la frecuencia y el tamaño de las corridas y socavar la competencia entre los bancos y las plataformas digitales. Si bien estas son preocupaciones legítimas para los bancos y la sociedad, cada una puede abordarse diseñando las propias CBDC y ajustando las modalidades de provisión de liquidez.

En tercer lugar, está la necesidad de aceptar la innovación y prepararse para ella. Nuestro sistema monetario actual es una asociación público-privada. Si bien la mayor parte de nuestro dinero lo gastan los bancos privados, el banco central controla el ancla: la unidad de cuenta. Pero a medida que nuevos jugadores como la gran tecnología ingresan al campo, las formas de dinero cambian.

La idea básica de las CBDC es seguir proporcionando dinero público a la economía en este nuevo entorno. Para hacer esto, los bancos centrales deben ponerse al día con una ola de innovación lanzada y desarrollada por emisores de dinero privados. También querrá asegurarse de que las nuevas formas de dinero personal, como las monedas estables, sean seguras y confiables. También es importante que las regulaciones futuras no obstaculicen un movimiento de innovación en las transacciones de pago que sea extremadamente beneficioso para todos.

Por último, las sociedades deben abordar las preocupaciones sobre la internacionalización de las monedas. El dinero digital es transfronterizo por naturaleza y expondrá a los países a una mayor competencia de divisas. Esto se puede utilizar para configurar lo que Jean-Pierre Landau, Harold James y yo llamamos “áreas de moneda digital”donde el uso de una moneda está vinculado a una red digital específica en lugar de a un país específico. Que esta competencia de divisas se desate por completo depende de si los futuros CBDC serán accesibles para los no residentes y fácilmente intercambiables entre sí. Estas decisiones van mucho más allá de las cuestiones técnicas y tendrán profundas implicaciones para la estructura y el funcionamiento del sistema monetario internacional.

La incursión de los bancos centrales en el dinero digital marca una nueva y emocionante frontera en las finanzas. Al sopesar cuidadosamente estos temas, los gobiernos se asegurarán de que los ciudadanos de todo el mundo se beneficien de esta era de innovación.

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