Las regiones de energía nuclear de Alemania temen por el futuro a medida que se cierran las plantas


La central nuclear de Brokdorf, al norte de Hamburgo, ha estado produciendo electricidad durante casi 35 años.

Pero eso esta por cambiar. El 31 de diciembre del próximo año será retirado de la red y dado de baja.

Es parte del plan del gobierno alemán para cerrar todas las centrales nucleares a finales de 2022.

Brokdorf es un pueblo de aproximadamente 1000 personas y la planta es un importante empleador para ellos.

"¿Dónde van a encontrar nuestros hijos lugares para trabajar? Eso es un problema", dice el alcalde de Brokdorf, Elke Göttsche.

El pueblo ha reservado dinero para continuar dirigiendo la sala de hielo local, una atracción importante que fue pagada por el dinero del impuesto nuclear. Pero, por supuesto, eventualmente, el gatito se acabará.

Es un marcado contraste con otro de los grandes proyectos energéticos de Alemania: el fin de la energía del carbón. Aquí el gobierno ha prometido 40 mil millones de euros a las regiones mineras de carbón.

"Han invertido varios miles de millones para el fin de la energía del carbón. El gobierno debería considerar apoyar también el fin de la energía nuclear", dice Göttsche.

A una hora en coche al sur de Brokdorf, el carbón todavía se está encendiendo.

La central eléctrica de carbón de Moorburg podría permanecer operativa hasta 2038, fecha en que todas las centrales eléctricas de carbón deben cerrarse en el país.

Algunos críticos dicen que es imposible que un país elimine el carbón y la energía nuclear al mismo tiempo.

Pero el jefe de la ONG BUND de Hamburgo, miembro de Amigos de la Tierra que ha estado haciendo campaña contra ambos, dice que es una necesidad:

"Ni la energía del carbón ni la energía nuclear tienen futuro. Y es por eso que necesitamos transformar la producción de energía en Alemania y en Europa", dice Manfred Braasch.

El plan es que las fuentes de energía renovables como el viento y el sol llenen el vacío cuando se cierren las plantas nucleares y de carbón.

En 2019, la proporción de generación neta de electricidad a partir de renovables aumentó al 46% y superó por primera vez a los combustibles fósiles.

Pero las nuevas reglas sobre dónde se pueden construir las plantas de energía eólica han frenado la expansión, lo que pone en duda todo el plan de transición energética.

La canciller Angela Merkel decidió, después del desastre de Fukushima en 2011, establecer una fecha límite para el fin de la energía nuclear.

Pero el éxito de la política no se juzgará en 2022 cuando se cierre la última central nuclear, sino en 2038 cuando se cierre la última central de carbón.

Si la energía renovable ha sido capaz de llenar el vacío para entonces, pero solo si eso sucede, entonces la política podría llamarse un éxito.

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