La llama eterna de la educación sobre el Holocausto

Justo una semana antes del Día Internacional de la Memoria del Holocausto, la aprobación de la resolución de la ONU para luchar contra la negación del Holocausto y fortalecer la educación sobre el Holocausto ha servido como un recordatorio oportuno de la urgencia del problema. La última generación que escuchó directamente a los sobrevivientes del Holocausto ya ha nacido. Pronto entraremos en la era en la que la Shoá ya no será un recuerdo vivo.

Mi generación, aquellos con abuelos que fueron sobrevivientes, ahora son padres. Crecimos con abuelos que personalmente nos inculcaron el deber vital de recordar el Holocausto. La próxima generación, sin embargo, ya no tiene necesariamente esta misma conexión personal.

Y hay profundas consecuencias en esta realidad demográfica.

Para mi generación, “Nunca más” es un pilar de nuestra identidad como judíos: la Shoah es un trauma familiar profundamente personal. Para nuestros hijos, corremos el riesgo de que el Holocausto se convierta en otra tragedia histórica abstracta. Nos corresponde a nosotros, la tercera generación, ser el puente del recuerdo para nuestros hijos y las generaciones futuras.

En este Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, debemos declarar que ha llegado el momento de asumir esta carga de la educación y comprometernos a garantizar que nuestros niños no solo aprendan sobre el Holocausto en libros de texto y películas, sino que lo sientan, lo entiendan y interiorizarlo. 80 años después, es nuestro momento.

La pandemia global y un aumento simultáneo del antisemitismo global han ilustrado cuán críticos son los esfuerzos de educación sobre el Holocausto y cuánto falta.

El debate público sobre la pandemia ha menospreciado y faltado al respeto seriamente la memoria del Holocausto. Las tarjetas de identificación de vacunas se han comparado con estrellas amarillas. Los funcionarios de salud pública han sido comparados con los nazis. Las cuarentenas se han comparado con los campos de concentración. Esta retórica temeraria sirve para distorsionar y trivializar los horrores de la Shoah.

Además, en la era digital, existe un desafío único para la educación sobre el Holocausto. Nuestros hijos han crecido en línea, inundados de redes sociales, y durante los últimos dos años incluso han estado asistiendo a clases de manera virtual. La pandemia de coronavirus ha ilustrado cuán importante es el aprendizaje en persona. La importancia de ver, sentir y tocar la historia: de cerca, de cerca y de manera personal.

El recuerdo de mi abuela, Tamara Ziserman, ha sido una profunda fuente de fortaleza personal mientras trabajo para asegurar que mi generación y la próxima lleven la antorcha del recuerdo del Holocausto.

Fue salvada de los nazis por sus vecinos los Chodosevitches, una familia cristiana justa. Mi abuela nunca olvidó el heroísmo de la familia Chodosevitch y se aseguró de que Yad Vashem los consagrara como Justos de las Naciones.

La historia de mi abuela Tamara continúa inspirándome para involucrarme y desafiar a los adultos jóvenes de todo el mundo a ser como mi madre y la familia Chodosevitch. Hacer frente a los prejuicios, el racismo, la intimidación y el odio, y construir lazos entre jóvenes judíos y no judíos de todo el mundo.

Esto es lo que me inspiró a invertir mi tiempo y esfuerzos en organizaciones como Courage to Care y March of the Living, la última de las cuales en particular ha sido durante mucho tiempo una fuerza internacional líder, centrando sus esfuerzos de educación sobre el Holocausto en curar experiencias significativas para el más de 260.000 personas que han participado en su programación. Cada año, March of the Living organiza delegaciones de estudiantes a Auschwitz-Birkenau, brindando a las generaciones más jóvenes la oportunidad de enfrentarse personalmente a la totalidad del Holocausto. Estas visitas aseguran que la memoria de los sobrevivientes perdure para siempre y permanezca en la conciencia de los jóvenes.

Es de destacar que March of the Living interactúa con un número significativo de no judíos. Esto es vital para garantizar que la memoria del Holocausto no se limite solo a la comunidad judía. Los participantes de todas las religiones y nacionalidades se unen para promover un mundo más tolerante, para combatir activamente el antisemitismo, el racismo y el extremismo. Una vez más, y lamentablemente, estos son eventos y proyectos vitales que se han topado con la pandemia.

Mientras miramos hacia el día después de los cierres y las restricciones de COVID en todo el mundo, todos debemos buscar reforzar los esfuerzos para garantizar que nuestros niños y sus hijos continúen el trabajo de conmemoración del Holocausto. Continuar con las lecciones de la Shoah en su vida diaria. Lecciones de matanza y horror, pero también de fuerza, coraje y persistencia del pueblo judío.

Esta década será la última que compartimos con los sobrevivientes del Holocausto. Depende de todos nosotros asegurarnos de que sus recuerdos persistan y que esos días oscuros nunca más se repitan.

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