La nueva ley de materias primas críticas de la UE podría ser una receta para el conflicto

La semana pasada, la Comisión Europea dio a conocer la Ley de Materias Primas Críticas para reducir su dependencia de terceros países para las materias primas clave consideradas indispensables para las transiciones verde y digital.

La legislación propuesta parece ser un primer paso para tratar de desvincular a la UE de sus dependencias de terceros países en materia de materias primas críticas y estratégicas. Sin embargo, el continente nunca será totalmente autónomo debido a sus limitadas reservas.

Esto implica múltiples obstáculos, a saber, malestar social y riesgos potenciales de conflicto. Como organización mundial de consolidación de la paz (Search for Common Ground) y centro de investigación (IPIS), sabemos lo importante que es reconocer y comprender las dinámicas de conflicto en las comunidades.

La historia del cambio climático es familiar. La necesidad de una acción inmediata es clara. Pero una transición acelerada a una economía baja en carbono conlleva su propio riesgo.

Los paneles solares, las turbinas eólicas, las baterías de los vehículos eléctricos y otras tecnologías energéticas requieren minerales como el aluminio, el cobalto y el litio. Para satisfacer la creciente demanda de tecnología de energía limpia, la extracción de minerales de energía verde se acelerará exponencialmente.

De acuerdo con la última lista de materias primas críticas publicado en 2020 por la Comisión Europea, la UE depende en un 71 % del fósforo extraído en Kazajistán, en un 68 % del cobalto en Guinea y en un 68 % del cobalto extraído en la República Democrática del Congo.

Este último ha sufrido décadas de conflictos, incluso en torno a los recursos extractivos. Se estima que entre el 15 y el 30 por ciento del cobalto de la República Democrática del Congo es extraído por mineros artesanales y de pequeña escala, pero casi todo el territorio de la República Democrática del Congo con reservas conocidas de cobalto está concesionado para la minería industrial.

Un caldo de cultivo para conflictos entre pequeños y grandes mineros. Dicho esto, nuestros colegas congoleños confirman que el país no carece de buenas políticas de recursos minerales. Es la aplicación la que plantea problemas.

Y ahí es donde las organizaciones de consolidación de la paz y otras ONG pueden intervenir: apoyar a los países en el desarrollo de capacidades para una buena gobernanza de los recursos y presionar por la transparencia y la rendición de cuentas entre las empresas y los gobiernos.

Con la Ley CRM, la UE establece su ambición de convertirse en un actor clave en las cadenas de valor de las materias primas, desde la extracción hasta el reciclaje. Además, la ley se propone forjar “asociaciones estratégicas” con terceros países y socios internacionales. Pero la UE debería considerar respaldos específicos para garantizar que las ambiciones de la Ley CRM coincidan con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En otras palabras, la minería debe realizarse sin que surjan nuevos conflictos. Las prácticas mineras deberían mejorar el bienestar de las comunidades locales. Estas alianzas estratégicas deben ser una oportunidad para el desarrollo inclusivo.

Si la UE quiere sacar adelante este plan, aún quedan numerosos obstáculos por superar. La extracción de minerales a menudo se asocia con violencia, malas condiciones de trabajo, conflictos por la gestión del agua, daño ambiental, riesgos para la salud: la lista es larga.

Así que no es de extrañar que en muchos países europeos tienda a haber resistencia local a los proyectos mineros. Los proyectos de extracción de litio en Portugal, por ejemplo, se han retrasado durante más de una década debido a las preocupaciones ambientales de la población local y las ONG. Todavía no está claro cómo planea la UE lidiar con esta resistencia, especialmente porque el proceso de permisos es competencia exclusiva de los estados miembros.

La minería siempre tendrá costos, ya sea en Europa o más allá. Pero si se priorizan los derechos humanos, la transparencia y la gobernanza sostenible en los esfuerzos por aumentar la energía renovable, se podría lograr una cadena de suministro de minerales libre de conflictos. Además, el comportamiento responsable de las empresas que operan en regiones afectadas por conflictos puede desempeñar un papel socioeconómico poderoso y positivo.

La UE debería aplicar sistemáticamente un enfoque sensible a los conflictos, evitando el surgimiento, el resurgimiento o la escalada de conflictos violentos. Un enfoque que busca construir una paz sostenible y fortalecer la capacidad de las personas para resolver disputas, a través de la construcción de consensos, la mediación y la resolución de conflictos. Este es un enfoque a largo plazo, pero será el más duradero, también para la posición estratégica de Europa.

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