
Los bancos centrales no deben estar ciegos ante las amenazas que plantean las CBDC

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El autor es profesor de la Universidad de Cornell, miembro principal de la Universidad de Brookings y autor de “El futuro del dinero‘
Muchos tienen dinero en efectivo a la salida bancos centrales de todo el mundo están experimentando con, o en algunos casos lanzando, monedas digitales de bancos centrales minoristas. Puede que haya llegado su hora y que tengan muchas ventajas sobre el efectivo, pero las CBDC también representan una amenaza para las instituciones que las emiten.
Los pagos digitales privados funcionan bien en muchos países, lo que limita la demanda de CBDC. Los bancos centrales enfrentan el desafío de hacer que estos últimos sean viables en pagos masivos y entre pares, pero no tan exitosamente como para suplantar por completo los pagos privados. En consecuencia, la noción de una CBDC como el equivalente digital del efectivo, sin tasa de interés y sin características especiales, da paso a la perspectiva de programar dinero digital para propósitos específicos.
Las posibilidades son emocionantes. El último informe de la Autoridad Monetaria de Singapur papel blanco describe cómo se puede diseñar ese “dinero asignado” para que “se utilice para los fines previstos, como ser válido durante un período de tiempo específico, en minoristas específicos y en denominaciones predeterminadas”.
Emitir dinero con fecha de vencimiento podría estimular el consumo. En tiempos de mayor incertidumbre, las transferencias de efectivo del gobierno, como los pagos de estímulo de Covid-19, a menudo se convierten en ahorros, lo que reduce su impacto. Este dinero podría utilizarse de formas más específicas, por ejemplo, para comprar bienes duraderos, aumentando así la eficacia económica de las transferencias.
Sin el efectivo, también entran en juego otras opciones: introducir tasas de interés nominales negativas para reducir el incentivo para ahorrar y estimular la demanda en tiempos de extrema dificultad económica. Los aspectos programables del dinero podrían facilitar los arreglos contractuales, y los fondos solo se liberarían automáticamente cuando todas las partes del contrato cumplieran las condiciones.
Tales innovaciones abren nuevas perspectivas sobre cómo el dinero podría mejorar el funcionamiento de las economías y las sociedades. Sin embargo, vale la pena considerar las desventajas de cualquier nueva tecnología.
El efectivo se puede utilizar de forma anónima y tiene un valor estable (nominal, no ajustado por inflación) en relación con la unidad de cuenta de una economía, que suele ser moneda fiduciaria emitida por el banco central. Si se pusieran en circulación unidades monetarias del banco central con diferentes características, se podrían contemplar mercados secundarios para su negociación. Aquellos que prefieren ahorrar en lugar de gastar pueden estar felices de intercambiar su dinero “programable” con un descuento.
El dinero en billeteras digitales CBDC puede considerarse más seguro que el dinero en depósitos bancarios comerciales. Después de todo, los bancos centrales nunca fallan. Una fuga hacia las billeteras de CBDC podría agotar los depósitos bancarios y colocar a los bancos centrales en la posición indeseable de tomar decisiones de préstamo.
Estos riesgos pueden ser limitados. Las nuevas herramientas criptográficas podrían limitar el uso de CBDC por parte de personas no verificadas mientras mantienen la privacidad para transacciones de bajo valor. Limitar los saldos en las billeteras digitales de CBDC reduciría el riesgo de fuga de depósitos por parte de los bancos. Las barandillas legales podrían evitar que los bancos centrales estén demasiado vinculados a los negocios del gobierno.
No obstante, la innovación en el dinero conlleva riesgos sutiles. Los bancos centrales podrían ser vistos como actores políticos si sus conocimientos sobre los pagos se utilizan con fines de aplicación de la ley o de vigilancia. Los “lanzamientos desde helicóptero” de dinero del gobierno a las billeteras digitales de CBDC son operaciones fiscales, pero la opinión pública las asociaría con los bancos centrales, lo que llevaría a que estas instituciones sean vistas como instrumentos de política fiscal. En tiempos de pánico financiero, los límites en las billeteras digitales de CBDC podrían resultar difíciles de mantener, lo que podría llevar a que los bancos centrales desplacen a los bancos comerciales como el principal depósito de los ahorros de una economía.
Peor aún, los gobiernos autoritarios o incluso supuestamente benévolos podrían considerar el dinero del banco central como un medio para lograr sus objetivos sociales. Podrían prohibir su uso para comprar municiones, drogas ilegales, pornografía o servicios como el aborto.
Los bancos centrales ya enfrentan amenazas a su independencia, credibilidad y legitimidad. Cuanto más amplia es la funcionalidad de los fondos que gastan, mayores son las restricciones políticas a las que se enfrentan. Como mínimo, tales innovaciones conllevan riesgos para la integridad del dinero del banco central.
Sería tristemente irónico que la digitalización del dinero del banco central para mantener su relevancia socavara las mismas cualidades que lo hacen confiable. Si bien pueden tener pocas opciones, los bancos centrales pueden lamentar el día en que comenzaron a reforzar sus activos minoristas.