El desafío de Merkel en China: distancia pero compromiso



Con Estados Unidos y China encerrados en una espiral destructiva de flexión muscular sobre el comercio y la tecnología, la visita de la canciller alemana Angela Merkel a China, que comienza el jueves (5 de septiembre), será una prueba decisiva para determinar si la Unión Europea tiene alguna esperanza de abordar las diferencias de Occidente con China de una manera más orientada a objetivos.

Cualquier señal durante el viaje de dos días de Merkel de que Beijing puede ser mejor persuadido que intimidado para lidiar con su falta de reciprocidad económica y la discriminación de las empresas extranjeras sería bueno para la UE y la economía mundial.

Una victoria sería el movimiento en las duras conversaciones sobre un acuerdo de inversión UE-China, que Merkel quisiera haber firmado el próximo año cuando Alemania organice una cumbre entre los 27 estados miembros de la UE y China.

Desde que anunció que no volvería a postularse para canciller, se sospecha que Merkel ha perdido el contacto o incluso que es una jefa de gobierno de los cojos.

Pero las complejidades y los peligros que enfrenta la UE al triangular las posiciones de los EE. UU. Y China exigen el tipo de operador astuto que Merkel a menudo ha demostrado ser: uno que puede involucrar a un lado sin incitar al otro a retirarse, y viceversa.

La UE y los EE. UU. Pueden estar en desacuerdo sobre cómo lidiar con las políticas económicas y de otro tipo de China, pero no por la necesidad de lograr que Beijing las cambie.

Esta primavera, la comisión de la UE utilizó su nueva perspectiva estratégica para las relaciones UE-China para describir a Beijing como un competidor estratégico y rival sistémico por primera vez.

En este espíritu, el gobierno francés está presionando a la UE para que establezca condiciones para las empresas chinas que ofertan por contratos públicos, una demanda que Berlín aún podría apoyar, aunque solo sea para crear influencia en las negociaciones en curso UE-China.

Pero la UE no es una superpotencia geopolítica como Estados Unidos.

Ningún líder europeo se arriesgaría al tipo de confrontación que Washington está buscando con Beijing, y Alemania no querría respaldar por completo a Washington por el temor razonable de estar aislado en caso de que la administración Trump se ponga de cara. Merkel sabe que la debilidad de Europa exige una jugada más inteligente.

Jugar de manera inteligente no puede significar lo de siempre para Merkel, incluso con una enorme delegación comercial alemana que la acompaña a China.

Hong Kong

Las protestas de Hong Kong y el fuerte armamento de las compañías multinacionales de Beijing ponen de relieve las innumerables formas en que Beijing ejerce presión sobre sus ciudadanos y empresas.

Las crecientes tensiones sistémicas entre China y las democracias liberales exigen que Merkel refuerce la postura coordinada de Europa de que el enfoque de Beijing sobre las libertades y la autonomía fundamentales de Hong Kong es un caso de prueba para la voluntad de la UE de tratar a China como un socio.

Berlín ha sido fundamental para dar forma a la nueva política china menos ingenua de la UE, y Merkel necesita demostrar que incluso la conveniencia económica no hará retroceder a Alemania.

Por ahora, el gobierno de Merkel está aplicando una política tambaleante sobre el papel de Huawei en el despliegue de las telecomunicaciones 5G y evitando la clara decisión política que sería necesaria para alinear las fuerzas europeas.

Berlín pateando la lata en el camino del 5G amenaza el despertar tardío de Europa a la importancia de la soberanía tecnológica y la creación de consenso sobre la seguridad de la infraestructura.

El debate europeo en curso sobre cómo lidiar mejor con la economía dirigida por el estado de China y la competencia desleal debe estar respaldado por pasos concretos y rápidos de la UE en el país, junto con demandas fuertes y claras de igualdad de trato para las empresas estatales y privadas (extranjeras) o "neutralidad competitiva" en China.

Merkel necesita contrarrestar los vagos compromisos retóricos de los líderes de China con el multilateralismo con solicitudes específicas para reformar la Organización Mundial del Comercio para abordar las distorsiones causadas por los subsidios industriales de China.

Delinear de manera constructiva las diferencias entre la UE y China debería servir a Merkel como base para buscar una participación clara en algunas áreas bien definidas si están alineadas con los intereses paneuropeos a largo plazo.

Con el respaldo de los Estados miembros de la UE, estos podrían incluir la cooperación en investigación e innovación en la fabricación inteligente, el establecimiento de normas para Internet industrial y la conducción autónoma, y ​​lo que podría llamarse una agenda estratégica de sostenibilidad centrada en las tecnologías climáticas y medioambientales.

Es hora de que Alemania combine su retórica sobre la necesidad de 'europeizar' los enfoques de China con acciones concretas.

La ambición de la UE de forjar una política de China fuerte, coordinada y competitiva solo se puede cumplir si Berlín demuestra su voluntad de actuar como su garante mientras continúa probando la alineación de la política de China con socios más confiables en los EE. UU.

La retirada moderada de China también debe estar entre las cartas para que jueguen los gobiernos europeos.

Un enfoque europeo realista, matizado e incremental de China tendría la oportunidad de probarse una alternativa creíble a la diplomacia económica de Donald Trump.

LO MÁS LEÍDO

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *