Haga que Europa sea relevante nuevamente | Nueva Europa



Cada vez está más claro que la Unión Europea no fue construida para ser un actor global. La UE es una idea estrictamente europea, diseñada para llevar la paz y la prosperidad a una región devastada por siglos de guerra incesante. Estaba destinado a ocuparse de sus propios asuntos, dejando asuntos de importancia mundial a los dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Gran Bretaña y Francia.

Bajo este acuerdo, la UE logró estabilidad para su vecindad. Mientras que otros países han seguido estrategias políticas y económicas mundiales, nosotros los europeos hemos confiado en nuestra historia compartida, tradiciones democráticas y brújula moral al servicio de la integración regional. Pero estas fortalezas no asegurarán la relevancia continua de Europa. El cambio económico y los avances tecnológicos (plataformas en línea, inteligencia artificial, automatización, monopolios de datos, distribución de costo marginal cero) están remodelando la economía global, volcando las estructuras de poder de larga data y alimentando la interrupción política en muchos países.

Aquí es donde se expone la verdadera debilidad de Europa. La UE y sus estados miembros no tienen una respuesta efectiva a las tendencias tecnopolíticas de nuestro tiempo. Por un lado, el crecimiento de las corporaciones supranacionales está remodelando los estándares en toda la economía global; Por otro lado, la búsqueda de la independencia tecnológica de China (y luego la supremacía) está creando un cisma en la superestructura económica mundial. Estas tendencias son algo contradictorias, pero tienen una cosa en común: Europa está al margen.

Considere algunos desarrollos recientes. Facebook ha lanzado una iniciativa para crear una moneda glob al unificada, Libra, basándose en su base de usuarios internacionales y datos acumulados. Google está trabajando para catalogar cada parte de la información del mundo, todo lo cual se utilizará para ofrecer productos y servicios más potentes. Y Amazon ha convertido su servicio de computación en la nube en la columna vertebral de la Internet global.

En cada caso, Europa está desempeñando el papel de un usuario común. Europol figura como un "estudio de caso" empresarial en la página de Amazon Web Services. Las fuerzas policiales de toda Europa han alistado a la firma de análisis de datos con sede en Estados Unidos Palantir para ayudar con la vigilancia predictiva. Volkswagen, una icónica corporación alemana, si alguna vez hubo una, ha formado una sociedad con Amazon para desarrollar su propia "Nube Industrial".

Es natural que los gigantes de la tecnología busquen diversificarse desarrollando nuevos servicios patentados e introduciéndolos en mercados desprevenidos. Al igual que Facebook tiene Libra y Google tiene Waymo (autos sin conductor), gigantes chinos como Tencent y Alibaba se han convertido en pioneros en soluciones de negocios digitales y pagos, respectivamente.

La existencia de proveedores de servicios digitales similares en los Estados Unidos y China es ahora una característica estándar de la economía global. La causa raíz de esta bifurcación es el conflicto entre China y los Estados Unidos, que es una batalla por el liderazgo tecnológico entre dos modelos económicos: el capitalismo de estado de China y la economía dirigida por el sector privado de los Estados Unidos.

En agosto de 2019, la firma china Huawei presentó su propio sistema operativo, Harmony OS, que se dice que es más rápido y más seguro que el Android de Google.

Aunque Harmony OS está orientado principalmente al uso en el "Internet de las cosas" (IoT), también se adaptará fácilmente a la cartera de teléfonos inteligentes de Huawei. La implementación de Harmony OS muestra que China está respondiendo rápidamente al nuevo mundo introducido por la orden ejecutiva del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en mayo de 2019, que efectivamente prohibió a Huawei en los mercados estadounidenses. Aunque desde entonces se han realizado muchos ajustes en el transcurso de las negociaciones chino-estadounidenses para suavizar la prohibición, el mensaje básico fue claro: la dependencia de China de los socios comerciales estadounidenses puede y será utilizada en su contra.

Una vez más, a medida que se desarrolla la guerra comercial y tecnológica, Europa ha tenido muy poco que hacer, aparte de mirar. Se ha relegado a la función de consumidor, eligiendo qué proveedor de pago o solución de nube industrial utilizar. Para estar seguros, hay buenos servicios disponibles, y no hay vergüenza en optar por un IoT industrial listo para usar, una plataforma de logística estadounidense o un desarrollador 5G chino. Para una compañía en la posición de Volkswagen, aprovechar los servicios web de Amazon es obvio.

Pero asumir el papel de un usuario común tiene un precio: es decir, una pérdida de autonomía, seguridad e influencia global.

El orgullo que tenemos los europeos en nuestra historia y valores compartidos a menudo ha nublado nuestra visión, llevándonos a olvidar que nuestra relevancia global es el resultado del poder económico. Al no desempeñar un papel en los desarrollos tecnológicos o políticos, ahora podemos perder ese poder.

Los europeos creemos en lograr la paz y la prosperidad a través de la cooperación y el respeto mutuo, en lugar de a través del conflicto, la intimidación y el terror. También creemos en alianzas y tratados. En nuestros días, el mundo enfrenta desafíos globales que solo pueden abordarse a través de la acción colectiva. No puede haber una solución unilateral para la crisis climática, las epidemias, las perturbaciones económicas, la migración o la inminente recesión mundial.

Pero aquí yace el dilema central de Europa. Para ser lo suficientemente relevante como para proponer y hacer cumplir su visión del mundo, Europa necesita aceptar la realidad. La competencia, el conflicto y el nacionalismo son características definitorias del mundo de hoy. Europa debe comenzar a jugar un juego que detesta.

Para decirlo de otra manera, Europa necesita volverse un poco más estadounidense, y Estados Unidos necesita redescubrir sus propios ideales europeos. Después de todo, las similitudes fundamentales entre Europa y América siempre han sido más fuertes que cualquier diferencia superficial. Con Trump, EE. UU. Eligió no un presidente sino un CEO, un hombre de negocios que se enfoca solo en acuerdos a corto plazo, maximización de ingresos y valor para los accionistas. Tal líder no puede jugar el juego largo, lo que requiere aceptar pérdidas a corto plazo y manejar las externalidades de manera responsable y en estrecha cooperación con los competidores.

El enfoque fallido de Trump puede funcionar para los mercados de valores y las corporaciones, pero no es una forma de ejecutar un orden internacional. Tanto los europeos como los estadounidenses deben volver a adoptar la alianza transatlántica. Puede sonar como un tópico, pero la relación entre Estados Unidos y Europa realmente será el factor clave para construir un futuro seguro y próspero.

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