Los principios de una Comisión Europea "geopolítica"



El 1 de diciembre, Ursula von der Leyen finalmente asumirá el cargo de presidente de la Comisión Europea. Prometió liderar una comisión que evitará un escenario en el que, como advirtió recientemente el presidente francés Emmanuel Macron, Europa podría "desaparecer geopolíticamente" en medio de una creciente rivalidad sino-estadounidense.

Sin duda, la Unión Europea tiene el mercado más grande del mundo, el segundo gasto en defensa más alto (después de los Estados Unidos), 55,000 diplomáticos y el presupuesto de asistencia para el desarrollo más grande del mundo. Pero estas fortalezas están limitadas por la fragmentación del poder europeo tanto entre los Estados miembros como dentro de las instituciones de la UE. Mientras que China y los Estados Unidos son expertos en integrar la geopolítica con sus intereses económicos, la UE obstinadamente actúa como si se tratara de agendas separadas.

Si von der Leyen va a tener éxito en la construcción de una efectiva "comisión geopolítica", tendrá que pasar siete grandes pruebas. El primero será construir la unidad detrás de su Acuerdo Verde Europeo propuesto, que ella ha hecho una de sus prioridades centrales. La pregunta no es solo si puede dirigir una respuesta europea efectiva al cambio climático, sino si puede evitar que el problema se convierta en otro frente en la guerra cultural entre los estados miembros occidentales de la UE y la cohorte en Europa Central y Oriental.

Los votantes en la República Checa, Polonia y Eslovaquia son ambivalentes acerca de si es necesario abordar el cambio climático. Si la Comisión de von der Leyen no toma medidas para incorporar a estas poblaciones, el Acuerdo Verde Europeo podría repetir la política del euro y las crisis de refugiados, cuando las circunscripciones marginales de la UE se sintieron descuidadas por los actores más poderosos del núcleo de la UE (muchos de los cuales fueron claramente convencidos de su propia superioridad moral).

En segundo lugar, la Comisión de von der Leyen tendrá que estar abierta a posibles contramedidas contra el armamento estadounidense del dólar. Desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se retiró del acuerdo nuclear con Irán, su administración ha estado decidiendo efectivamente con quién pueden comerciar los europeos, amenazando con sanciones secundarias contra cualquier empresa que haga negocios con Irán. El desafío para una comisión geopolítica, entonces, es identificar áreas donde las empresas estadounidenses dependen asimétricamente de Europa, y donde las sanciones europeas (o la mera amenaza de sanciones) podrían implementarse con el máximo efecto. Esta estrategia ya ha demostrado ser efectiva en el enfrentamiento sobre las tarifas automotrices.

En tercer lugar, la Comisión von der Leyen tendrá que abordar el tema de la defensa europea. Hay tres campamentos discernibles. El primero incluye a los franceses, que quieren lograr la autonomía estratégica europea y poner fin a la dependencia del bloque de los Estados Unidos. El segundo campamento, personificado por Polonia, favorece la "servidumbre estratégica" y quiere duplicar la relación transatlántica mediante la compra de más equipos estadounidenses y el establecimiento de "Fort Trumps" para mantener a los Estados Unidos comprometidos en el continente. El tercero, representado por Alemania, aboga por la "paciencia estratégica", basada en la esperanza de que la eventual partida de Trump permita un retorno a la normalidad. La única forma de conciliar estos puntos de vista es fortalecer las contribuciones de Europa a la OTAN, para que se vea como un mejor socio para los Estados Unidos.

Cuarto, la Comisión von der Leyen debe reconsiderar la política de competencia de la UE, que actualmente se centra solo en la ayuda estatal y otras prácticas injustas dentro de Europa, mientras ignora la competencia desleal del exterior. Quinto, y en una nota relacionada, la nueva Comisión necesitará desarrollar un mecanismo de selección para las inversiones extranjeras que proteja a los sectores sensibles y compense a los estados miembros de la UE a los que se les pide que rechacen el capital extranjero. Además de establecer procedimientos comunes de selección, la UE debería facultar a la Comisión para vetar las inversiones extranjeras por motivos de seguridad, y el Consejo Europeo conservará la última palabra (mediante votación por mayoría cualificada).

Sexto, la Comisión von der Leyen necesitará desarrollar una agencia europea de defensa cibernética digna de ese nombre. Específicamente, los nuevos líderes de la UE deberían transformar a ENISA (la Agencia de Seguridad Cibernética de la UE) en una institución bien dotada y bien financiada con equipos centralizados de respuesta a emergencias informáticas (CERT), escuadrones cibernéticos forenses y representantes legislativos para impulsar protocolos de seguridad más sólidos. el bloque

Finalmente, von der Leyen tendrá la tarea de reposicionar el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo como contrapesos creíbles de la Iniciativa de la Franja y la Carretera de China. Hasta el momento, la UE no ha adoptado un enfoque estratégico para remodelar la arquitectura financiera global, y su respuesta a las actividades globales de inversión y desarrollo de China ha sido, en el mejor de los casos, tímida. Otorgar al BEI y al BERD un mandato global para financiar proyectos fuera de Europa ayudaría a revertir este fracaso. Además, permitiría a Europa rescatar a los países que enfrentan crisis fiscales o financieras en el caso de que Estados Unidos o China atan las manos del Fondo Monetario Internacional u otras instituciones.

Cada una de estas siete pruebas está en un área donde la UE podría convertirse en un jugador global clave, capaz de defenderse con otras grandes potencias. Pero cada desafío requerirá una unidad genuina entre los europeos, con las instituciones de la UE y los gobiernos de los estados miembros trabajando juntos sin problemas.

En lugar de tratar estos problemas de manera poco sistemática, von der Leyen debería buscar un gran negocio que le dé un significado real y forma a los próximos cinco años de formulación de políticas de la UE. Entre otras cosas, eso requerirá un pensamiento creativo sobre el próximo marco presupuestario de siete años, que debería usarse para reunir los recursos que Europa necesita para establecerse como un actor global y para avanzar en medidas innovadoras como bonos verdes, impuestos digitales y fijación de precios del carbono. Solo entonces la "comisión geopolítica" será un punto de inflexión, no un mordisco.

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