Una nueva ambición hacia el valor público

A medida que continúa la crisis de COVID, el concepto de valor público se ha vuelto cada vez más estratégico para la sociedad. El concepto de valor público está asociado a la capacidad efectiva del Estado para brindar a la sociedad las herramientas y soluciones adecuadas que son críticas para el bienestar de sus ciudadanos e instituciones.

Existe una discusión en curso sobre los parámetros del Estado en cuanto a sus relaciones con el mercado y su posterior cooperación. La pandemia ha obligado a las instituciones públicas a rediseñar su dimensión operativa en sus diferentes políticas.

Pero esta también es una gran oportunidad para dar al valor público una nueva ambición, una que se centre en la innovación y la inteligencia como motores de un nuevo contexto de confianza con las personas y las organizaciones. Esta nueva ambición del valor público debe ser la mejor forma de promover un nuevo conjunto de respuestas efectivas a las distintas interrogantes que tiene la sociedad ante esta incierta y compleja crisis.

La política pública existe para servir a los ciudadanos y deben entender esto como un sentido de urgencia en un contrato de confianza permanente. Cuando Timothy Garton Ash habla de la creciente oportunidad y necesidad de implementar una agenda con nuevo valor público, claramente está dando evidencia a uno de los elementos centrales del tipo de modernidad competitiva que caracteriza nuestro tiempo. Es más importante que nunca que garanticemos el reposicionamiento del valor público como motor de resultados para la sociedad. Esto vendrá con el apoyo del conocimiento, la innovación y la competitividad como atributos capaces de dar a los ciudadanos una nueva confianza en el futuro. También será importante que la sociedad reconozca la importancia de esta nueva ambición de valor público.

En la nueva economía global y la sociedad de la innovación, el valor público tiene un papel central que desempeñar en la reinvención de los actores sociales en la forma en que interactúan con la sociedad y definen un proceso de cocreación para el futuro. En una época de cambios, ésta debe confirmarse como habilitador en un sistema muy tradicional introduciendo en la sociedad y en la economía un capital de confianza e innovación que es fundamental para asegurar un liderazgo central en un mundo competitivo.

La redefinición de la agenda de valores públicos no debe decidirse por ley, sino que debe involucrar a todos los actores del ecosistema social en un proceso de cambio dinámico y adaptativo que se enfoque en el futuro.

Un nuevo concepto de valor público también debe ser un actor global que sea capaz de conducir a la matriz social hacia una dinámica de conocimiento única. Debe ser un ejemplo de desarrollo de capacidades efectivo que se centre en el papel del talento y las redes como activos que pueden marcar la diferencia en el futuro.

Las instituciones públicas tendrán un enorme desafío para reiniciar, reconectar y reinventar en términos de competencia. Nuestra sociedad debe redefinir sus visiones y sus ideas sobre el rol de la ciudadanía en el contexto de una estrategia de futuro y solo con un enfoque de valor que sea posible asegurar un compromiso de confianza que queremos y necesitamos.

Esta es una ambición colectiva que debe movilizar nuestras mejores competencias y esfuerzos de una manera muy innovadora que pueda ayudar a la sociedad a ser mejor y superarse a sí misma. Los tiempos que enfrentamos serán un gran desafío para dar un sentido de esperanza a nuestro futuro colectivo. El valor que nosotros, en su conjunto, creamos – y la apropiación efectiva por parte de los ciudadanos y las instituciones – debe ser una ambición que debemos construir individual y colectivamente.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *