¿Qué es la resiliencia económica? ¿Importa?

¿Qué es la resiliencia económica? ¿Importa?

Varios organismos, como la ONU y la OCDE, han pedido economías más resistentes. Pero, ¿qué es la resiliencia económica?

Vale la pena aclarar, brevemente, qué no es resiliencia económica. No es simplemente la capacidad de absorber los impactos y volver rápidamente al statu quo. Nuestras economías luchan por generar progreso ambiental y social. Ningún país ha tenido éxito en brindar bienestar y prosperidad generalizados a todos sus ciudadanos mientras se mantiene dentro de los límites planetarios. Con la trayectoria actual, el futuro parece sombrío.

La Comisión Europea ha propuesto un concepto de resiliencia holístico y con visión de futuro. “La resiliencia se refiere a la capacidad no solo de resistir y hacer frente a los desafíos, sino también de transformarse de manera sostenible, justa y democrática”, dijo a raíz de la pandemia.

En otras palabras, la resiliencia no se trata solo de recuperarse, sino de recuperarse.

La resiliencia es un rasgo crítico de las economías del futuro. Para lograr una transición ecológica exitosa sin comprometer los objetivos sociales, necesitamos desesperadamente economías que no se descarrilen por cada conmoción y giro inesperado de los acontecimientos. La resiliencia económica puede ser la brújula que nos guíe para salir de la policrisis. El problema en este momento es que nadie está realmente de acuerdo de qué se trata.

Sin una definición o medida acordada, ¿cómo podemos estar seguros de que vamos en la dirección correcta?

Una nueva investigación ofrece una medida integral de la resiliencia económica dentro de la UE. Concluye que las economías escandinavas son las más resistentes. Italia, en la posición 19, es la menos resistente de las principales economías. Y ningún país de la UE tiene una economía menos resistente que Rumanía.

El nuevo Índice de Resiliencia Económica busca llenar el vacío de una medida de qué tan bien las economías pueden adaptarse al cambio mientras se mantienen en el camino hacia los objetivos sociales y ambientales a largo plazo.

El índice es el resultado de un proceso de casi un año por parte de la Instituto ZOE. Como punto de partida definimos un propósito superior de la economía: brindar bienestar a las generaciones presentes y futuras dentro de los límites de la tierra.

Dividimos esto en seis funciones principales. Luego analizamos los conocimientos en los campos de la psicología y los ecosistemas para responder, “¿qué es la resiliencia?”, y en base a esto, seleccionamos un total de 27 indicadores para evaluar las seis funciones.

El índice de resili encia económica pinta un cuadro de las capacidades de las economías de la UE para absorber, recuperarse y adaptarse a las perturbaciones. Solo cuando es fuerte en las tres dimensiones (absorción, recuperación y adaptación) una economía puede prosperar en tiempos de cambio. El índice arroja luz, por lo tanto, sobre qué tan bien están preparadas las economías para crisis aún desconocidas y para las transiciones futuras.

Suecia arriba, Rumanía abajo

Los resultados apuntan a una gran divergencia en la resiliencia de los miembros de la UE. Los países nórdicos obtienen los mejores resultados en el ranking. Suecia ocupa el primer lugar, seguida de Dinamarca y luego de Finlandia. Bulgaria, Grecia y Rumanía apuntalan la mesa.

Los países en la parte inferior se desempeñan peor que los países en la parte superior en las seis ‘dimensiones’ necesarias para la resiliencia. Esta divergencia es un gran problema porque la economía europea altamente integrada es tan fuerte como su parte más débil. La falta de resiliencia en una economía nacional puede tener efectos indirectos negativos para toda Europa.

Los países más débiles tienden a ser los más afectados por las crisis recientes, ya sea la alta inflación, los impactos económicos de Covid-19 o la crisis del euro. Las economías nacionales que ya han sufrido tienden a estar menos preparadas para la próxima crisis y peor posicionadas para las transiciones que necesitamos. Las fragilidades de larga data en estas economías, ya sea la dependencia de muy pocas industrias, la desigualdad regional, las instituciones débiles, los malos resultados educativos u otros factores, las hacen más vulnerables en primer lugar, y esto se agrava cuando llega la crisis.

Sin embargo, algunos estados miembros grandes y poderosos con economías tradicionalmente fuertes también están comparativamente mal ubicados para superar los desafíos futuros. Francia ocupa el puesto 11 en la tabla. España e Italia bajan en los lugares 18 y 19.

Italia tiene un buen desempeño en términos de factores de ‘independencia económica’; cosas como la complejidad de su economía y la diversidad de sus exportaciones e importaciones. Pero estos no son suficientes para que pueda rebotar. Es débil en muchos otros aspectos necesarios para la resiliencia, incluida la educación y las habilidades, la inversión, la cohesión social y la desigualdad regional.

Austria ofrece un ejemplo contrastante. Ocupa el sexto lugar en la general y obtiene una alta puntuación en aspectos que abarcan el progreso social, la calidad de sus instituciones y las capacidades productivas. Pero esto enmascara debilidades cuando se trata de independencia económica: sus cadenas de suministro y dependencias de importación de energía lo hacen vulnerable.

Otra lección importante surge del Índice en su conjunto; El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, la medida dominante del desempeño económico, es un indicador poco confiable de la capacidad de las economías para prosperar en tiempos de cambio. Encontramos una correlación poco convincente entre las puntuaciones de resiliencia y el PIB. La dependencia excesiva del PIB como el indicador más importante no hará que nuestras economías se encaminen para cumplir con los objetivos ambientales y sociales cuando llegue la crisis.

Tendremos que abordar la disparidad entre las economías de la UE si Europa en su conjunto va a tener éxito para sortear futuras turbulencias y lograr una prosperidad sostenible. Para hacer esto, necesitaremos un enfoque socioecológico integral para evaluar el desempeño económico: la resiliencia económica puede ser esta brújula.

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