Como muestra la crisis energética de Texas, nuestra infraestructura es vulnerable al clima extremo

El día de San Valentín, una rara ráfaga de aire del Ártico se esparció por el centro de los EE. UU. Y Texas, reduciendo las temperaturas allí a un dígito y casi provocando el colapso de la red eléctrica del estado. Un estado conocido por sus abundantes recursos energéticos vio fallas generalizadas de los sistemas de gas natural y electricidad que dejaron más de cuatro millones de tejanos sin energía durante días.

La causa próxima de Fal la de la red de Texas

ahora se entiende bien. Las gélidas temperaturas llevaron la demanda de electricidad a un nuevo récord invernal que superó incluso el escenario de demanda “extrema” considerado por el operador de la red eléctrica del estado, el Consejo de Confiabilidad Eléctrica de Texas, o ERCOT. Luego, decenas de centrales eléctricas de gas natural y algunas turbinas eólicas rápidamente se desconectó, hundiendo la red de Texas en una crisis. Para evitar que se cayera toda la red, ERCOT ordenó a las empresas de servicios públicos que iniciaran apagones de emergencia y desconectaran a millones de clientes.

Los científicos todavía están trabajando para determinar si el Ártico, que se calienta rápidamente, está conduciendo averías más frecuentes del “vórtice polar”, lo que precipitó la helada de Texas. Pero sabemos que el cambio climático está haciendo que los fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, sequías, incendios forestales e inundaciones sean más frecuentes y más severos. Cualquiera de estos eventos puede llevar nuestra infraestructura crítica al límite, como sucedió en Texas. ¿Cómo podemos prepararnos?

La resiliencia climática requerirá inversión de hasta $ 100 mil millones por año a nivel mundial en nuestra infraestructura y comunidades. Pero una planificación cuidadosa puede ayudar a que nuestros escasos recursos vayan más allá.

Mirando hacia atrás, los problemas de Texas ofrecen varias lecciones clave sobre cómo hacer que tanto la infraestructura crítica como las comunidades vulnerables en todas partes sean más resistentes a los extremos climáticos.

Evaluación de riesgos futuros

Primero, vale la pena señalar que la falla de la red por sí sola no provocó el intenso sufrimiento y la pérdida de vidas que enfrentaron los residentes de Texas.

Los pozos de gas natural y las líneas de recolección también se congelaron, reduciendo a la mitad la producción y el suministro de gas para los gasoductos y plantas de energía del estado, justo cuando la demanda se disparó. En otros lugares, las plantas de tratamiento de agua perdieron energía y las tuberías congeladas hicieron que las redes de distribución de agua perdieran presión. Las carreteras congeladas impidieron a los residentes viajar con seguridad.

Construir una infraestructura resistente significa prestar mucha atención a los eventos extremos que pueden golpear grandes partes del sistema a la vez.

Las conexiones entre estos sistemas de infraestructura mantienen las luces encendidas y los grifos fluyendo en los buenos tiempos, pero pueden agravar la falla cuando las cosas van mal.

El clima extremo también tiende a hacer que varias partes de los sistemas críticos fallen al mismo tiempo. Este tipo de fallas simultáneas son mucho más probables de lo que uno podría pensar. Si 10 plantas de energía tienen cada una un 10% de probabilidad de fallar, pero estas probabilidades son todas independientes, la posibilidad de que todas fallen simultáneamente es infinitesimal (0,00000001%).

Una probabilidad del 1% de que 10 plantas de energía fallen a la vez es mucho más preocupante. Por lo tanto, construir una infraestructura resistente significa prestar mucha atención a los eventos extremos que pueden golpear grandes partes del sistema a la vez, ya sea una tormenta invernal, un incendio forestal, un huracán o una inundación.

Por último, los peores impactos humanos de cualquier falla en la infraestructura no provienen de la interrupción en sí. Provienen de la exposición a temperaturas bajo cero, la falta de agua limpia para beber, la disminución de los suministros de alimentos y el temor de que la ayuda no llegue lo suficientemente pronto. Por lo tanto, la magnitud del sufrimiento está determinada no solo por la magnitud de la falla de la infraestructura, sino también por la capacidad de cada comunidad para capear la tormenta.

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