Abordar la bomba de relojería de los jóvenes europeos: salud mental

Abordar la bomba de relojería de los jóvenes europeos: salud mental

En 2019, más de uno de cada seis jóvenes en la UE padecía un problema de salud mental. Eso es más de 14 millones personas de 15 a 29 años.

En comparación con la población general, los jóvenes se ven afectados de manera desproporcionada por problemas de salud mental, un hecho que ha llamado la atención de los responsables políticos.

  • Dos tercios de los jóvenes europeos que atraviesan dificultades financieras estuvieron en riesgo de depresión durante la pandemia (Foto: Unsplash)

La pandemia y las diversas crisis financieras de la última década no han hecho más que exacerbar las desigualdades existentes y subrayar los problemas estructurales que ya enfrentan los jóvenes, como el difícil acceso a la vivienda o una mayor exposición al trabajo temporal o precario.

“Si solo se enfoca en la salud mental como un problema de salud pública, no aborda las condiciones socioeconómicas más amplias que crean esta situación”, dijo a EUobserver Alex Quinn, responsable de políticas del Foro Europeo de la Juventud (EYF).

“Hay que mejorar las condiciones de vida de la gente”, dijo Quinn.

En este sentido, una propuesta de resolución de la presidencia española, fechada el 23 de junio y vista por EUobserver, subraya la urgencia de abordar el problema y plantea una serie de políticas públicas para afrontarlo.

Una de las mejores fórmulas, dice, “pasa por reexaminar, a nivel estructural, las condiciones en las que viven los jóvenes europeos, que no favorecen el disfrute efectivo de sus derechos”.

Según Eurostat, uno de cada cuatro jóvenes europeos está en riesgo de pobreza y exclusión social.

Hay algunos hechos detrás de estas cifras. El desempleo alcanza a 2,7 millones de jóvenes y la edad media de abandono del hogar paterno en países como Portugal, Eslovaquia, Grecia o Bulgaria es de 30 años o más.

Además, las dificultades financieras aumentan el riesgo de sufrir problemas de salud mental.

En promedio, dos tercios de los jóvenes europeos que experimentan dificultades financieras estaban en riesgo de depresión durante la pandemia, en comparación con el 45 por ciento de los que no lo estaban, informó Eurofound.

Además de las causas profundas, lo que sucede cuando necesita ayuda y no puede obtenerla, ya sea por falta de personal o de medios financieros, es un problema, argumenta Mental Health Europe (MHE), una organización que aboga por incorporar la salud mental en todas las políticas.

En Rumanía, una sesión de una hora con un psicólogo privado equivalía a 18,6 horas de trabajo para una persona que gana el salario mínimo (en 2019).

“En muchos países europeos, la terapia de conversación es un privilegio”, dijo a EUobserver la directora de políticas de MHE, Laura Marchetti.

Según un informe de la OCDE, la mitad de los jóvenes europeos reportaron necesidades insatisfechas de apoyo a la salud mental en 2022.

Brecha entre la teoría y la acción

La salud y la salud mental son áreas en las que la acción de la UE fuera de Bruselas es bastante limitada, ya que son principalmente responsabilidad de los estados miembros.

En este ámbito, la comisión presentó a principios de junio sus iniciativas de salud mental. Era en gran parte una declaración de acciones previas, sin nuevos compromisos.

“Da un buen diagnóstico de cuál es el problema, pero cuando se trata de soluciones, hay un pequeño vacío”, dijo Quinn.

Por ejemplo, uno de los objetivos principales (si no el objetivo principal) era establecer una hoja de ruta para incorporar la salud mental en todas las políticas. Pero al menos para el EYF, no es lo suficientemente concreto sobre los pasos para la implementación.

Mental Health Europe espera que la estrategia que la comisión presentará dentro de cinco meses muestre suficiente ambición política y visión a largo plazo, ya que muchas de las iniciativas actuales están vinculadas a presupuestos que vencerán el próximo año.

Fatima Awil, responsable de políticas de MHE, enumera tres recomendaciones clave para adaptar las políticas públicas a las necesidades de los europeos: prevención (y concienciación social), divulgación eficaz y apoyo específico para necesidades específicas.

“Necesitamos mirar al individuo, pero también a la comunidad en general”, dice Awil. De lo contrario, hay un efecto dominó. “Si un grupo no recibe el apoyo adecuado, tiene un impacto en la comunidad en general”, explicó.

Y no todos los jóvenes necesitan el mismo apoyo. Los colectivos más vulnerables, como las personas con discapacidad, las personas de comunidades raciales no blancas o LGTBIQ+, o las mujeres, son los más afectados por problemas de salud mental y necesitan un abordaje transversal.

Otro costo: económico y político

Por si fuera poco la urgencia sanitaria, la inacción también tiene un coste económico muy alto, según la comisión, y que seguirá aumentando en los próximos años.

Según un informe del ejecutivo de la UE, el coste de la inacción es de 600.000 millones de euros al año, o más del cuatro por ciento del PIB de todos los países de la UE.

No sentirse comprendido o escuchado también puede conducir a la desconfianza política. Hacer política para los jóvenes no es lo mismo que hacer política con los jóvenes.

“Si las comunidades afectadas no se involucran desde el principio, produciremos políticas, recursos y documentos que no reflejen sus necesidades reales”, explicó Fátima.

Un estudio reciente sugiere que las oportunidades significativas para la participación política pueden generar mayores niveles de confianza en los países europeos. Y un Encuesta de la OCDE sobre Covid-19 y jóvenes encontraron que más de la mitad de los encuestados estaban preocupados por la polarización política después de la pandemia.

“Es crucial implementar medidas preventivas para mitigar los problemas de soledad, miedo, indefensión y precariedad (a los que los jóvenes son especialmente vulnerables) y contribuir así a la creación de sociedades justas que ofrezcan igualdad de oportunidades para todos”, señala el borrador español.

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