Cómo el Parlamento Europeo puede frenar la presidencia de la UE de Orbán

Cómo el Parlamento Europeo puede frenar la presidencia de la UE de Orbán

Se ha dado al Parlamento Europeo una oportunidad única de demostrar que importa.

Aunque los medios legales para que el Parlamento Europeo influya en los procedimientos internos del Consejo Europeo son limitados, a continuación se describe una estrategia para lograr este objetivo. En vísperas de las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2024, el parlamento debería demostrar que sabe morder.

Una de las primeras lecciones del manual de política es que los políticos no deben exagerar.

Las estrategias de obstrucción pueden ser efectivas siempre que quienes las implementen respeten las reglas del juego. Pueden molestar a sus colegas o enfurecerlos, pero no pueden ser expulsados. Sin embargo, una vez que cruzan la línea, pueden ser estigmatizados como saboteadores del juego.

En este momento, cabe recordar que Hungría se adhirió voluntariamente a la UE el 1 de mayo de 2004.

En 2007, se ofreció a firmar el Tratado de Lisboa, que transformó la Unión en una organización de Estados y ciudadanos impulsada por valores. Desde Lisboa, los Estados miembros deben cumplir criterios de democracia y Estado de derecho similares a los que debe respetar su Unión.

Evidentemente, esta construcción sólo se refiere a los ámbitos en los que los Estados miembros han acordado transferir soberanía a la Unión y no al ámbito de las relaciones exteriores.

Aunque la UE pretende hablar con una sola voz en sus relaciones exteriores, los Estados miembros han conservado su soberanía en este ámbito. El Tratado de Lisboa sigue respetando su derecho de veto.

Tras reprochar la reunión de Orbán en Beijing con Putin en la cumbre de la UE de octubre, el presidente francés Emmanuel Macron resumió claramente la situación actual diciéndole a su colega húngaro que, si bien su país disfruta de soberanía en el ámbito de los asuntos exteriores, no debería poner en peligro las políticas de la UE para la consecución de de los intereses nacionales.

La construcción interna de la Unión es completamente diferente.

En el ámbito central de la UE, los estados miembros unen su soberanía para lograr objetivos comunes. Quieren que su Unión ofrezca a sus ciudadanos un espacio de libertad, seguridad y justicia. Este objetivo esencial sólo puede lograrse si y con la condición de que tanto los Estados miembros como la Unión funcionen como democracias constitucionales.

Para sus ciudadanos, la UE constituye una Unión democrática de Estados democráticos. En este ámbito, el Parlamento Europeo representa a los ciudadanos de la Unión. Tiene poderes legislativos y tiene derecho a controlar la soberanía, que la comisión ejerce en nombre de los estados miembros.

Según la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, la Comisión tiene derecho a defender la construcción y los valores de la Unión contra las infracciones de sus Estados miembros.

Una década de “democracia antiliberal” en Hungría

Desde su infame discurso sobre la “democracia iliberal” de 2014, Orbán ha estado buscando una confrontación con la UE sobre la naturaleza de la Unión.

Como la construcción de la UE como una Unión democrática de Estados democráticos es incompatible con su concepto de democracia iliberal, Orbán sostiene que la UE es simplemente una asociación de Estados.

Quiere poder gastar el dinero de la UE como mejor le parezca, sin el control de “Bruselas”. Sin embargo, su oposición a la introducción del mecanismo del Estado de derecho ha sido desestimada por el TJUE en los términos más inequívocos.

Mientras Orbán continúa sin cesar su cruzada contra “Bruselas”, el Parlamento Europeo adoptó una resolución en junio con el objetivo de impedir que el gobierno húngaro asumiera la presidencia del Consejo.

Aunque el artículo 236 del TFUE apenas deja espacio para que el Parlamento Europeo desempeñe un papel a este respecto, los eurodiputados pueden asumir la autoridad moral argumentando que una Unión democrática de Estados democráticos no puede estar guiada por un autócrata antiliberal.

Al cruzar la línea entre la deslealtad y la traición, Orbán bien podría haber ayudado al Parlamento Europeo a lograr su objetivo de impedir la presidencia húngara prevista de la UE.

Se ha enfrentado no sólo a los Estados bálticos y a Luxemburgo, sino también a los principales actores, Francia y Alemania, así como –probablemente– a los otros dos miembros de la troika, España y Bélgica.

Como artículo 236 TFUE da derecho al Consejo Europeo a cambiar la configuración de la presidencia del consejo con una mayoría cualificada, el principal objetivo estratégico del parlamento debería ser convencer a los Estados miembros de que suspendan la presidencia húngara.

Para lograr este objetivo, los eurodiputados deberían ejercer especialmente su influencia sobre los gobiernos y parlamentos nacionales.

Si esta estrategia no produce el resultado deseado, el parlamento puede recurrir a su “opción nuclear” de negarse a cooperar con el consejo.

Aunque una resolución en este sentido no tendría precedentes, puede justificarse teniendo en cuenta que no se puede permitir que una manzana podrida arruine todo el barril. Una Unión democrática de casi 30 Estados miembros democráticos no debería estar sujeta a los caprichos de un autócrata antiliberal.

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