Europa lamentablemente no está preparada para futuros brotes de enfermedades mortales ǀ Ver


A medida que la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirma los brotes de sarampión en 187 países, lo que podría indicar los primeros signos de alerta de una nueva pandemia mundial, lo cierto es que ni el sistema de salud europeo ni el global están preparados para otro brote viral o bacteriano.

A pesar del progreso bienvenido, todavía somos inseguros. Nueva investigación de la Economist Intelligence Unit (EIU), como parte de un proyecto conjunto lanzado por la Iniciativa de Amenazas Nucleares (NTI) y el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud (CHS), por ejemplo, ha identificado debilidades severas en las capacidades de los países para prevenir, detectar y responder a brotes de enfermedades significativas .

El nuevo Índice de Seguridad Global de la EIU concluye que todos los países, en todos los niveles de ingresos, tienen brechas importantes en sus capacidades y simplemente no están invirtiendo lo suficiente en la preparación biológica. Lo más preocupante, la investigación encontró que muchos países de Europa, incluidos algunos de los más ricos de la Unión Europea, han sido clasificados con niveles de preparación más bajos, similares a los de los países mucho más pobres y menos desarrollados.

Esto podría tener consecuencias devastadoras. A principios de este año, un informe histórico de la ONU advirtió que sin una acción significativa, las enfermedades resistentes a los medicamentos podrían causar 10 millones de muertes cada año para el año 2050, mientras infligen daños catastróficos a la economía global similares al colapso financiero de 2008.

Con poblaciones crecientes y más densas, los impactos del cambio climático y la crecientes interconexiones entre personas, animales y alimentos, es casi seguro que el mundo experimentará otra epidemia. Podría ser similar, por ejemplo, al brote de Sars en 2012 en Hong Kong, que mató a 299 e infectó a 1.755.

Tal brote podría convertirse rápidamente en una pandemia global, dependiendo de las circunstancias. Pero aún podemos mitigar este riesgo al acelerar la acción preventiva urgente en este momento.

Europa no puede permitirse la complacencia. La resistencia a los antimicrobianos ya causa aproximadamente 33,000 muertes en Europa y 700,000 muertes a nivel mundial cada año. También genera 1.500 millones de euros anuales en costes sanitarios y pérdidas de productividad en la UE.

Los antibióticos han salvado innumerables vidas. Pero su uso excesivo tanto en humanos como en animales ha provocado un aumento masivo de bacterias resistentes, creando una crisis emergente que los establecimientos médicos no están bien equipados para resolver.

La situación se acerca rápidamente a un posible punto de inflexión. En algunos países de Europa, la resistencia de algunos patógenos ahora alcanza más del 50%, y nuevos mecanismos de resistencia están surgiendo y extendiéndose rápidamente. La situación es especialmente preocupante para las bacterias Gram negativas, como Klebsiella pneumoniae y Escherichia coli.

Esta es potencialmente una de las mayores amenazas para la salud pública que hemos visto. Los procedimientos médicos de rutina podrían verse en peligro, y las infecciones comunes podrían terminar en muertes a gran escala.

Si bien la UE ha liderado el camino con su iniciativa One Health para evitar la escala de esta crisis potencial, todavía es muy poco y demasiado tarde. Un reciente Informe del Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas de Salud concluye que: "lo que se ha hecho hasta ahora no coincide con la escala recomendada de acciones". Mientras tanto, el progreso de los estados miembros de la UE en el desarrollo de planes de acción nacionales "ha sido inconsistente", advierte el informe.

Tal vacilación sobre este asunto de vital importancia para la salud pública es una grave amenaza para todos los ciudadanos de la UE. Sin embargo, esta no sería la primera vez que la relación de la UE con la urgencia de la ciencia es deficiente.

A pesar de la sólida evidencia científica sobre el peligros potenciales para la salud del glifosato utilizada en el controvertido RoundUp de Monsanto, la UE ha sido reacia a tomar medidas, incluso con el Partido Verde bloquear una propuesta de prohibición de la UE. En el mejor de los casos, los expertos médicos admiten que las "evaluaciones de riesgo precisas" no son posibles dada la escasez de la base de evidencia. Sin embargo, todavía usamos imprudentemente herbicidas cuyos riesgos no entendemos.

Del mismo modo, la prohibición de facto de la UE del aceite de palma para biodiésel, justificada por su papel en la deforestación vinculada al cambio climático, completamente ignora las advertencias científicas que la prohibición solo aumentará la demanda de otros productos, como la soja y la colza, lo que generará niveles aún mayores de deforestación. Como resultado, la presión para crear aceite de palma y otros aceites vegetales más sostenibles (la única solución real, según los principales científicos), ha sido reemplazado por boicots autodestructivos que solo empeorarán el problema.

Estos casos ilustran que, a medida que los populistas se destacan, la UE corre un grave riesgo de que se debilite la advertencia científica gracias a los grupos de presión y los intereses estrechos. La UE no puede permitir que la misma complacencia perjudique su enfoque de la enfermedad.

Si lo hace, los posibles impactos podrían ser inminentes y abrumadores. Sin embargo, el problema aún no es intratable. Necesitamos urgentemente mayores inversiones en investigación y desarrollo en nuevas terapias antimicrobianas, diagnósticos y vacunas. Necesitamos continuar tomando medidas drásticas contra el uso indebido excesivo de antibióticos tanto en humanos como en animales, y necesitamos estándares mucho más estrictos para prevenir y controlar las infecciones.

También debemos reconocer que los protocolos de respuesta a las crisis de los Estados miembros de la UE son muy escasos: si se produce una crisis, la mayoría de los países de la UE no están preparados para ello, y esto tiene que cambiar con urgencia.

Salir de esta crisis potencial es solo el comienzo. En las últimas décadas, se han hecho enormes progresos en la lucha contra la propagación de enfermedades infecciosas. Tenemos las herramientas y los conocimientos científicos para tener éxito, y la UE tiene la oportunidad de encabezar esta victoria. No hay tiempo que perder.

  • Dr. Ricardo Baptista Leite MD, MP, PhD (c) es el presidente fundador de Unite, la red mundial de parlamentarios que luchan para acabar con las enfermedades infecciosas. También es miembro del Parlamento nacional portugués.

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