Once suicidios diarios: la pandemia no tan silenciosa de España

Once suicidios diarios: la pandemia no tan silenciosa de España

En España, los suicidios van en aumento.

Desde 2008 es la principal causa de ‘muertes no naturales’ en el país. En 2021, 11 personas se quitaron la vida todos los días. Un número que, de hecho, podría ser aún mayor.

El problema no radica únicamente en la pandemia, que actuó como catalizador.

“Las medidas de distanciamiento social han hecho que las personas sean menos capaces de crear nuevas redes de apoyo y reforzar las existentes”, subra ya Alejandro de la Torre, autor del estudio “Evolución del suicidio en España en este milenio”, en conversación con EUobserver.

Pero si bien los niveles de soledad no deseada han aumentado, el estrés relacionado con la propagación del virus, la tensión de los trabajadores como los profesionales de la salud o la atención remota, o incluso la interrupción de dicha atención, no han sido precisamente razones para mejorar los problemas preexistentes. condiciones en la población.

Tampoco las presiones económicas: inflación, incertidumbre financiera, subida de tipos de interés, paro, etc etc.

Aunque especulativo, porque falta más investigación y recopilación de datos, las razones parecen ir más allá y tener una dimensión estructural, según de la Torre.

El número de muertes por accidentes de tránsito en la década de 1990 fue de cerca de 23 por día. 30 años después, la cifra ha descendido a 4,38, casi un tercio del número de suicidios registrados en España, según el Instituto Nacional de Estadística del país.

La verdadera escala de estas vidas perdidas podría ser aún mayor, dice Javier Jiménez, presidente de la Asociación para la Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (AIPIS). Jiménez es un psicólogo clínico que no formó parte del estudio, pero señala que no existe un método sistemático para recopilar estos datos con precisión.

La situación se presenta crítica, ya que la estrategia seguida hasta ahora por España para reducir estas cifras no ha funcionado.

Sin dinero, sin atención

A fines de enero, la psicóloga Belén Hernández le escribió al director de la periódico español El País. Sus palabras no tardaron en hacer eco tanto en los medios como en las redes sociales.

El breve párrafo relataba cómo un joven de 23 años sin recursos económicos y con alto riesgo de suicidio acababa de salir de la consulta con una receta de ansiolíticos y una cita para ser atendido dentro de un año. “Si no tienes suficiente dinero para pagar a un psicólogo privado, el suicidio se convierte en una alternativa aceptable”, escribió.

Según Eurostat, España tenía 11,8 psicólogos trabajando en hospitales por cada 100.000 habitantes en 2020. Una proporción solo peor en Polonia, Bulgaria y Malta.

Con la escasez de personal y la demanda de este tipo de atención en aumento, los tiempos de espera pueden llegar a varios meses en muchas comunidades.

PIR es el acrónimo de la prueba que da acceso en España a la plaza de psicólogo interno residente en el sistema sanitario público. Aquí radica parte del problema.

El año pasado, solo se ofrecieron 231 plazas PIR para miles de graduados. “Las vacantes son muy limitadas”, dice Jiménez, quien explica que con las jubilaciones que se avecinan en los próximos años, la escasez de personal será aún mayor.

Peor aún, señala la psicóloga clínica, falta una formación adecuada. En ningún currículo universitario de psicología hay una sola asignatura específica que trate específicamente del suicidio. En la Universidad Complutense de Madrid tienen unos cuantos seminarios, añade de la Torre.

Renovar Europa ha acaba de publicar los resultados de una encuesta de jóvenes europeos de 18 a 30 años. Los largos tiempos de espera fueron la principal razón que los encuestados mencionaron como una barrera para acceder a una atención médica adecuada. A esto le siguió el precio y el miedo al estigma.

Dentro de la UE, no todos los países incluyen la atención psicológica dentro de la sanidad pública a pesar de que en 2019 se suicidaron cerca de 60.000 personas. En los que lo hacen, algunos vinculan el acceso al copago. En otras palabras, una barrera económica para acceder a este tipo de atención.

Más de la mitad de los afectados son adultos de entre 40 y 64 años, con mayor probabilidad cabeza de familia, sobre todo extranjeros.

Sin embargo, son los más jóvenes los que no son visibles a simple vista. Aunque la progresión de la tasa de suicidios entre los más jóvenes no ha aumentado de forma tan acusada, “se evidencia un aumento de los factores de riesgo y de las conductas suicidas” en este sector de la sociedad española, subraya el autor del estudio.

No solo en España. De 2018 a 2020en Bélgica, la prevalencia de la ansiedad se duplicó entre los jóvenes, los desempleados y las personas que viven solas, que registraron tasas más altas de ansiedad y depresión.

Solo 10 planes nacionales de prevención del suicidio en la UE-27

Solo diez estados miembros de la UE tenían un plan nacional de prevención del suicidio antes de que llegara la pandemia. A pesar de sus cifras alarmantes, España no es una de ellas.

Aunque la salud mental es competencia de los Estados miembros, los programas coordinados de salud mental pública destinados a prevenir y concienciar sobre la salud mental a gran escala son estrategias más eficaces que invertir en tratamientos mucho más costosos, según el Renovar el documento de política.

“La salud mental también es un factor económico”, dijeron los autores del artículo, en el que pedían políticas sanitarias europeas más holísticas y coherentes, con objetivos positivos de salud mental en otras áreas políticas, como el empleo, la educación o el medio ambiente.

“La prevención tiene que ser integral”, subrayó de la Torre. Desde la sensibilización social a través de campañas publicitarias, hasta un buen presupuesto científico y una dotación económica destinada a la investigación para demostrar que ésta es una prioridad sanitaria.

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