Por qué los cielos anaranjados nos llenan de una sensación de fatalidad inminente

Por qué los cielos anaranjados nos llenan de una sensación de fatalidad inminente

El 9 de septiembre, muchos residentes de la costa oeste miraron por las ventanas y presenciaron un paisaje postapocalíptico: siluetas de automóviles, edificios y personas bañadas por una abrumadora luz naranja que parecía un atardecer elevado.

La explicación científica de lo que veía la gente era bastante sencilla. En un día despejado, el cielo debe su color azul a partículas atmosféricas más pequeñas que dispersan las longitudes de onda relativamente cortas de las ondas de luz azul del sol. Una atmósfera llena de partículas más grandes, como el humo de madera, dispersa aún más el espectro de colores, pero no de manera tan uniforme.