¿Se está volviendo proteccionista la política comercial de la UE?

¿Se está volviendo proteccionista la política comercial de la UE?

Es menos probable que un mundo multipolar sea multilateral.

La UE se ha beneficiado desde sus inicios del multilateralismo. Los datos así lo atestiguan: según el Banco Mundial, en 2022 el comercio sobre el PIB en la UE fue del 106 por ciento, muy por encima del 38 por ciento en China y del 25 por ciento en Estados Unidos.

  • Quizás la palabra clave no sea tanto “proteccionismo” sino más bien “asertividad”

Los Estados miembros de la UE han sido tan conscientes de los beneficios del libre comercio que una de las primeras áreas en las que tomaron la decisión de compartir su soberanía fue precisamente la política comercial, que es una competencia exclusiva de la UE no sujeta a reglas de unanimidad.

Pero en un mundo cada vez más hostil, muchos de los pilares tradicionales de la política comercial de la UE están experimentando cambios dramáticos.

Empezando por la promoción de acuerdos de libre comercio, aunque la UE ha cerrado con éxito acuerdos últimamente con Chile, Kenia y Nueva Zelanda, ha visto fracasar las negociaciones con Australia y no está logrando avances sustanciales con Mercosur.

La situación es aún más difícil a la luz de la actitud hacia el libre comercio de Estados Unidos, tradicionalmente partidario del multilateralismo.

De hecho, aunque comenzó un cambio bajo la administración Trump, Biden ha seguido la tendencia de negarse a firmar acuerdos de libre comercio tradicionales. Más específicamente, la UE y los EE.UU. están discutiendo ahora en el marco del Consejo de Comercio y Tecnología, que puede servir al propósito útil de la convergencia regulatoria, pero está lejos de ser un intento real de llegar a un acuerdo de libre comercio.

En segundo lugar, la UE ha apoyado el multilateralismo a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en sus tres funciones: elaboración de normas, negociaciones y solución de diferencias.

La autoclasificación de China en la OMC

Pero la OMC se encuentra en una situación cada vez más difícil. Su gobernanza, con más de 160 miembros que deben tomar decisiones por consenso, necesita una renovación. La adhesión de China a la OMC en 2001 no ha llevado a una liberalización real del país, que todavía se califica como una economía en desarrollo (la OMC permite a los miembros clasificarse a sí mismos), beneficiándose así de una serie de beneficios comerciales.

En la actualidad, el Órgano de Apelación de la OMC, una pieza importante del sistema de solución de diferencias, ya no funciona, ya que sus miembros han llegado al final de sus mandatos y los puestos vacantes no han sido cubiertos debido a la oposición de los EE.UU., tanto bajo Trump como Administraciones de Biden.

Y aunque se lograron avances en algunas áreas en la 13ª conferencia ministerial que tuvo lugar hace un par de semanas, no se llegó a ningún acuerdo sobre subsidios a la agricultura o la pesca.

En tercer lugar, algunas decisiones comerciales de la UE están empezando a ser cuestionadas incluso por algunos Estados miembros. Un ejemplo de ello son las medidas comerciales autónomas adoptadas respecto de Ucrania, que se beneficia de la suspensión de derechos de importación, cuotas y medidas de protección comercial.

Aunque este es un medio para que la UE muestre su apoyo inquebrantable a Ucrania a la luz de la injustificada agresión militar de Rusia, ha comenzado a crear tensiones internas con los agricultores de la UE, que están protestando masivamente, especialmente en la parte oriental de la UE.

De hecho, algunos Estados miembros como Polonia, Hungría y Eslovaquia han prohibido unilateralmente las importaciones de cereales procedentes de Ucrania, lo que coloca a la Comisión Europea en la extraña situación de decidir si abre un procedimiento de infracción.

Ahora que los pilares tradicionales de la política comercial de la UE muestran claros signos de agotamiento, la UE está recurriendo ahora a medidas de defensa comercial. Esto es completamente razonable en medio de un mundo cada vez más fragmentado.

Según Global Trade Alert, en 2023 se introdujeron en todo el mundo más de 3.000 nuevas medidas perjudiciales para el comercio, lo que supone más del triple de las medidas perjudiciales aprobadas en 2019.

Aunque insisten en que buscan reducir el riesgo y no desvincularse de China, la postura de la UE respecto del país asiático ha cambiado notablemente últimamente. Por ejemplo, en el último discurso sobre el estado de la Unión, el presidente de la Comisión Europea anunció la apertura de un procedimiento antisubvenciones relativo a las importaciones de vehículos eléctricos de batería nuevos originarios de China.

Si bien la UE ha promovido tradicionalmente el libre comercio, la verdad es que tiene una caja de herramientas de política de defensa comercial bien equipada (por ejemplo, un instrumento anticoerción, un instrumento de contratación internacional o un instrumento de subsidio extranjero) que está tratando de ampliar, de la mano con los Estados miembros en el marco del Paquete de Seguridad Económica, armonizando aún más los controles de exportación y los mecanismos de control de la inversión extranjera directa.

A la luz de este análisis, la principal pregunta que hay que responder es si la política comercial de la UE se está volviendo más proteccionista. Pero la palabra clave no es tanto proteccionismo sino más bien asertividad.

La UE está atravesando ahora un “despertar geopolítico” con una estrategia de política comercial definida como abierta, asertiva y sostenible. La UE está claramente a favor del multilateralismo y la apertura, pero tampoco puede ser ingenua. Dadas las circunstancias actuales, la UE debería permanecer lo más abierta posible y tan cerrada como sea necesario, intentando promover la democracia y el multilateralismo en la mayor medida posible, pero también protegiéndose a sí misma.

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