Hay un gran problema para hacer que las vacunas sean obligatorias, y vale la pena prestar atención


En 1904, la ciudad brasileña de Río de Janeiro se sacudió con violencia cuando ciudadanos amotinados. Se destruyeron propiedades, decenas resultaron heridas y 30 personas perdieron la vida cuando la población se levantó contra un enemigo común percibido: una vacuna obligatoria para la viruela.

Para los ciudadanos empobrecidos que ya tenían poca confianza en las autoridades gubernamentales, fue la gota que colmó el vaso. La respuesta fue extrema, pero sirve como un recordatorio de cuánto depende la atención médica pública para ganarse los "corazones y mentes" de la comunidad.

Los programas públicos de vacunación suelen ser un cuidadoso equilibrio entre la zanahoria y el palo. A todos nos gustaría sentir que tenemos absoluta libertad sobre nuestros propios cuerpos, pero algunas cosas son demasiado arriesgadas para dejarlas a discreción individual.

Como enfermedades prevenibles por vacunación oleadagobiernos alrededor del mundo

están bajando las zanahorias y sacando palos más grandes
en forma de vacunas obligatorias. Los programas parece estar funcionando, pero un informe reciente señala que no tiene costo.

Los investigadores de la Asociación Médica de Nueva Zelanda, Mary Nowlan, Esther Willing y Nikki Turner han resumido una revisión de la literatura sobre los factores que influyen en la cobertura de vacunación en Nueva Zelanda.

Informan que si bien los programas obligatorios son marginalmente efectivos, corren el riesgo de aislar aún más a las partes privadas de la comunidad, lo que dificulta aún más la erradicación de posibles focos de enfermedad.

Mantener las enfermedades transmisibles bajo control es algo de un esfuerzo de equipo. Cuando alrededor del 95 por ciento de una población es efectivamente inmune a un patógeno, la posibilidad de que la enfermedad se propague fácilmente se vuelve remota.

A pesar de esto, inevitablemente hay personas que no pueden adquirir inmunidad, debido a afecciones médicas u otros factores. Debido a esto, el trabajo de una autoridad de salud es convencer a todos los demás de que es su responsabilidad defender su cuerpo a través de las vacunas tanto como sea posible.

Hay muchas formas en que las autoridades pueden hacer esto. La comunicación de la ciencia y los hechos sobre saneamiento, higiene e inmunización es efectiva cuando confiamos en la fuente.

Desafortunadamente, cambios en cómo nos comunicamos han ayudado a crear focos de confusión, desinformación y, lo más importante, desconfianza.

Para los sectores de la comunidad que lidian con un historial de confianza rota, los anuncios habituales de servicio público sobre los calendarios de vacunación simplemente no serán suficientes, dicen los investigadores.

"Las políticas de vacunación que ignoran las sensibilidades sociales y étnicas corren el riesgo de carecer de apoyo público, incluso cuando tienen una fuerte base de evidencia", escribe el equipo.

Esto no siempre es tan simple como una firme oposición a la vacunación. Muchos padres simplemente retrasan los horarios de vacunación ya que los otros desafíos de la vida tienen prioridad.

"Desde 2017, la inequidad en la cobertura ha aumentado, especialmente en la puntualidad de la entrega a los seis meses, y particularmente para los niños de etnia maorí y los niños que viven con privaciones socioeconómicas".

Con oposición a las vacunas en aumento y las medidas de comunicación habituales fallan, los gobiernos recurren cada vez más a multas o otras medidas punitivas para aumentar las tasas de vacunación.

Una elección entre un jab y una multa es suficiente para motivar a muchos padres a visitar su clínica médica más cercana.

Eso podría impulsar las tasas de vacunación, pero podría no ser suficiente para alcanzar la marca dorada del 95 por ciento en todos los datos demográficos que mantienen a raya a los patógenos. Y para algunos sectores comunitarios, las percepciones de autonomía y equidad marcan la diferencia cuando se trata de actuar.

Para aquellos que enfrentan desafíos de dinero, una multa financiera podría perder su impacto. Si no pueden pagar la multa, no solo hay menos incentivos para vacunar, sino que también hay animosidad y desconfianza.

"El efecto acumulativo y negativo en el bienestar de la familia podría conducir a más dificultades y exclusión social", escriben los investigadores.

Las vacunas obligatorias también cuestan mucho en recursos, persiguiendo multas a menudo por poco beneficio.

Sin embargo, si los hechos y las multas no conmueven a las personas, ¿qué lo hará? Los investigadores enfatizan la importancia de contar con trabajadores de la salud que se identifiquen con una comunidad y puedan generar confianza.

"Los defensores de la vacunación con antecedentes similares a la población objetivo pueden ayudar a aumentar la confianza y la aceptación", escriben.

No existe una solución única y única para todos cuando se trata de convencer a los padres de que vacunen a sus familias.

La vacunación es un tema emocional que polariza a las poblaciones, pero cuando las consecuencias son una cuestión de vida o muerte, a veces necesitamos abandonar el palo y extender una mano.

Esta investigación será publicada en el Revista Médica de Nueva Zelanda.

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