La UE necesita urgentemente reorganizar su caja de herramientas de seguridad energética

La UE necesita urgentemente reorganizar su caja de herramientas de seguridad energética

A finales de octubre, el Grupo de trabajo UE-EE.UU. sobre seguridad energética se reunió por undécima vez. La Comisión Europea calificó este diálogo como una “herramienta esencial para garantizar la seguridad energética en Europa”.

Pero todos sabemos cómo va. Las herramientas se pierden en los rincones oscuros del garaje; tu vecino te pide prestado uno para no devolverlo nunca; los dejan afuera para que se oxiden bajo la lluvia… De hecho, no son nada sin su caja de herramientas estructurada y bien organizada. Y eso es lo que realmente falta aquí.

Impulsada por la emergencia climática, la crisis del costo de vida, la agitación geopolítica y la feroz competencia por las posiciones polares de las tecnologías limpias, la seguridad energética ha evolucionado drásticamente en los últimos años. Sin embargo, la caja de herramientas de seguridad energética de la UE permaneció prácticamente intacta y dejó a la Unión paralizada.

En concreto, la caja de herramientas de la que hablamos es la obsoleta Estrategia de Seguridad Energética.

Esta estrategia, nacida en 2014, tenía como objetivo proteger el mercado energético de la UE del “contexto de deterioro de la situación de seguridad en Ucrania”. [after Russia’s annexation of Crimea] y preocupaciones generalizadas sobre una posible interrupción del suministro de gas”.

Por supuesto, se identifican paralelos con los desafíos actuales, pero la contextualización de 2014 también revela por qué es problemático hoy.

Se basa en combustibles fósiles y se centra principalmente en la salvaguardia del suministro de gas. No reconoce la magnitud y la urgencia de la crisis climática y, como era de esperar, después de 10 años de rápidos avances, tiene innumerables puntos ciegos tecnológicos. Por ejemplo, no es adecuado para responder a las enormes necesidades en materia de redes eléctricas y no tiene en cuenta el potencial de nuevos desarrollos clave en el sector de las energías renovables.

La actualización de la estrategia energética de la UE debería ser una prioridad para el próximo mandato de la UE. Si se hace correctamente, una Estrategia de Seguridad Energética renovada puede simultáneamente fortalecer el acceso de la UE a una energía confiable y sostenible, permitir el cumplimiento de los compromisos climáticos de la UE, fortalecer la solidaridad entre los estados miembros y mejorar la dimensión social y democrática del proyecto energético de la UE.

Pero, ¿cómo podemos llegar allí?

En primer lugar, la nueva estrategia debe basarse en una energía fiable, resiliente y sin emisiones. Este cambio hacia la energía limpia y la electrificación viene acompañado de nuevas dinámicas, oportunidades y vulnerabilidades de seguridad energética que deben abordarse.

Lo fundamental es aprovechar los puntos fuertes de la energía eólica, solar y otras fuentes de energía renovables, y permitir que el despliegue de estas fuentes se expanda masivamente. Igual de importante es priorizar la flexibilidad de la demanda y el almacenamiento de energía. Para ambos, el aporte de los expertos será fundamental para proporcionar evaluaciones de vanguardia de las necesidades, los recursos y el campo de juego tecnológico.

La Estrategia de Seguridad Energética debe impulsar el desarrollo de estudios integrales sobre la presencia y despliegue de materiales críticos, como el cobre y el litio, en Europa.

Por supuesto, debe mirar hacia afuera y proporcionar un modelo para asociaciones globales de materiales críticos, que igualen los esfuerzos de China y Estados Unidos.

Sin embargo, la UE debería distinguirse mediante términos que inicien asociaciones sinceras de acción climática con los mercados emergentes. Tanto dentro como fuera de la UE, estos esfuerzos deben ir acompañados del despliegue y protección de salvaguardias para la minería sostenible con respecto a las normas ambientales y sociales.

La cuadrícula

Un punto menos atractivo, aunque crítico, para una estrategia actualizada es cambiar de marcha para mejorar la red eléctrica. Los hogares y las empresas europeas necesitan desesperadamente un marco que elimine los obstáculos.

Como muestran los problemas actuales de la red, la seguridad energética es muy dinámica y compleja. Por lo tanto, un nuevo enfoque estratégico debe introducir un plan para equipar a los servicios públicos europeos y nacionales para recopilar, monitorear y evaluar datos continuamente. Esto incluye mapear los efectos de las nuevas políticas climáticas y las necesidades correspondientes en sectores como el transporte y la construcción.

En segundo lugar, y absolutamente crucial, la seguridad energética de la UE no se alcanzará hasta que se elimine la pobreza energética de sus suelos.

Durante los últimos años, quedó dolorosamente claro que los mercados libres no lograrán una transición inclusiva ni seguridad energética para todos. En toda Europa, ejemplos sorprendentes ilustran la necesidad de no dejar el mercado energético de la UE únicamente en manos de actores privados. En Polonia, debido a los precios y a los problemas de disponibilidad de combustible, muchos hogares tuvieron dificultades para calentarse el invierno pasado. En España, comunidades como La Cañada del Real en Madrid sufrieron fuertes consecuencias eléctricas.

La estrategia debe ofrecer orientación sobre políticas de corto y largo plazo dirigidas a la seguridad energética de los hogares. Debería brindar oportunidades para que los ciudadanos se apropien de su transición energética y su seguridad energética, al mismo tiempo que atiende a los menos activos que están interesados ​​en soluciones listas para usar.

Un verdadero enfoque de transición justa hacia la seguridad energética no puede lograrse centrándose únicamente en el lado de la oferta y, por tanto, en la generación de energía. También debe arrojar luz sobre la reducción de la demanda, tanto a través de la eficiencia como de la suficiencia.

Invertir seriamente en modernizar las viviendas es, por tanto, la salida más rápida para los ciudadanos de la pobreza energética. Mejora la calidad de vida; reduce las facturas y permite que el enfoque de seguridad energética sea un proyecto social.

Finalmente, revisar la estrategia es una oportunidad para centrar la participación del público en las cifras, los plazos y la implementación de objetivos y, así, incluir a las personas en la transición. Esto fortalece los procesos políticos bien informados y elimina los puntos ciegos, pero también refuerza la toma de decisiones democrática, fundamental para evitar la reacción pública a las políticas climáticas y energéticas.

Ya es hora de reconocer la importancia de la Estrategia de Seguridad Energética de la UE. Poner orden en esta caja de herramientas, adecuándola así para hacer frente a un mundo cambiado, es fundamental si queremos garantizar suficiente energía confiable y sostenible para todos.

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