No hay que olvidar la crisis humanitaria del Sahel

No hay que olvidar la crisis humanitaria del Sahel

Funcionarios europeos y organizaciones humanitarias se reunieron en el Foro Humanitario Europeo (EHF) en Bruselas esta semana para discutir las crisis humanitarias olvidadas en todo el mundo y cómo financiarlas.

Esta tercera edición del foro tuvo lugar en un espacio cada vez más competitivo para la financiación humanitaria, en medio de crecientes preocupaciones en materia de protección, crisis cada vez más multifacéticas e interconectadas y mayores amenazas planteadas por la crisis climática. Pero una acción sostenida y colaborativa entre los actores humanitarios y de desarrollo puede evitar sufrimientos innecesarios y sentar las bases para un futuro mejor.

  • 17 millones de personas necesitan asistencia humanitaria en el Sahel Central, según la ONU (Foto: Comisión Europea)

África occidental corre el riesgo de convertirse en un punto ciego. Los conflictos armados y los efectos del cambio climático están generando niveles sin precedentes de necesidad humanitaria, desplazamiento y hambre. Alguno 17 millones de personas necesitan asistencia humanitaria en el Sahel Central (Burkina Faso, Níger y Mali).

Pero en una época de crecientes desafíos globales, la brecha de financiación para la ayuda humanitaria está aumentando. Los planes de respuesta para estos países carecen crónicamente de fondos suficientes, con déficits de financiación de hasta el 69 por ciento en 2023. Si queremos tener éxito en abordar las necesidades urgentes y ofrecer soluciones de desarrollo sostenible, entonces debemos trabajar de manera diferente.

La asistencia humanitaria por sí sola no puede ser una solución a largo plazo. Estos países necesitan un enfoque integral que coordine el papel de los trabajadores humanitarios en la prestación de ayuda de emergencia con los actores del desarrollo que impulsan soluciones sostenibles a largo plazo.

Burkina Faso, Malí y Níger son tres de los países más subdesarrollados del mundo y enfrentan inestabilidad política y desafíos económicos. Las repercusiones son duras: partes de estos países enfrentan conflictos violentos y están mal equipadas para capear las tormentas del cambio climático.

El cambio climático está aumentando la frecuencia de las sequías e inundaciones y está expulsando a las personas de sus hogares, lo que proporciona un terreno fértil para la violencia y la migración entre comunidades. El tejido social de las comunidades se está desgastando y una de cada dos comunidades informa conflictos entre agricultores y pastores, un aumento del 50 por ciento desde 2022.

El acceso a los servicios sociales básicos ha sido inadecuado durante mucho tiempo. La pobreza, los conflictos y las infraestructuras deficientes significan que servicios básicos como la atención sanitaria y la educación con demasiada frecuencia son insuficientes o no accesibles, en particular para aquellos con mayor vulnerabilidad, incluidas las poblaciones rurales, y en particular los niños y las mujeres. Un niño de cada cuatro no tiene acceso a la escuela primaria. Es imperativo un esfuerzo coordinado entre los actores humanitarios y de desarrollo para mejorar el acceso a los servicios básicos.

Esto incluirá también el impulso de las infraestructuras y las comunicaciones para abrir el camino a los mercados y los intercambios comerciales.

Hoy en día, la prestación de asistencia humanitaria en el Sahel Central se ve obstaculizada por limitaciones de acceso. En Malí y Burkina Faso, el conflicto y la inseguridad actuales han provocado mayores restricciones de movimiento y una logística complicada para los actores humanitarios. En Níger, la interrupción en la entrega de ayuda significa que suministros cruciales como alimentos y medicinas no llegan a quienes los necesitan. Es cada vez más difícil, costoso y, a veces, potencialmente mortal para los trabajadores humanitarios brindar asistencia vital.

Las soluciones sostenibles, que aúnan la asistencia humanitaria y la asistencia para el desarrollo, pueden generar cambios a largo plazo. Los habitantes de todo el Sahel están soportando el peso de décadas de inestabilidad, marginación económica e inversión insuficiente en desarrollo humano. La comunidad internacional debe seguir apoyando a estos países. La sociedad civil saheliana, incluidos los grupos y activistas que defienden los derechos de las mujeres, necesita apoyo para mantener un espacio cívico saludable. Apoyar las iniciativas locales puede fortalecer la cohesión social, la mediación de conflictos y la confianza entre las diferentes partes interesadas.

Invertir más en medidas anticipatorias, prevención y sistemas de alerta temprana puede reducir el impacto de las crisis y, por tanto, reducir los costos de respuesta. Los programas que apoyan a las comunidades para desarrollar resiliencia son eficaces para abordar el hambre y la inseguridad alimentaria y brindar soluciones sostenibles para los hogares vulnerables en lugar de soluciones a corto plazo como la venta de ganado.

Los actores humanitarios también necesitan invertir más en anticipar las crisis y en preparación, para estar en mejores condiciones de responder rápidamente al inicio de las crisis. Hacerlo reducirá significativamente los costos y salvará más vidas al facilitar una respuesta de emergencia más rápida y eficiente.

Los donantes han financiado generosamente asistencia vital para millones de personas vulnerables en todo el Sahel. Pero existe una preocupante tendencia a que algunos donantes estén retirando o reduciendo la financiación, justo en el momento en que la crisis se profundiza y se expande más allá del Sahel Central. La solución no es retirarse sino invertir de otra manera. No podemos olvidar a los millones de personas que dependen de esta ayuda: la comunidad internacional, incluida la UE, debe seguir participando en África occidental, y en particular en el Sahel.

Para romper el ciclo de crisis y fortalecer la resiliencia, necesitamos una mayor colaboración, coordinación y coherencia entre los actores humanitarios y de desarrollo. Estos esfuerzos deben centrarse en entornos frágiles y comunidades marginadas para garantizar que lleguemos a los más vulnerables y así evitar una mayor escalada de la crisis y construir un futuro sostenible para el mañana.

Ante desafíos sin precedentes, el Sahel exige atención inmediata y sostenida.

A través de esfuerzos de colaboración, abordando las causas profundas e invirtiendo en soluciones sostenibles, no solo podemos responder eficazmente a las crisis actuales sino también fomentar un futuro resiliente y seguro para los pueblos del Sahel. Ha llegado el momento de adoptar medidas integrales para garantizar que la comunidad internacional no olvide a los millones de personas que dependen de la ayuda en el Sahel.

Las ramas de África Occidental y Central de las siguientes organizaciones son cosignatarias de este oped: Action Contre La Faim, Bioforce, CARE, Diakonie Katastrophenhilfe, Consejo Danés para los Refugiados, ICVA, INTERSOS, Comité Internacional de Rescate, Mercy Corps, Consejo Noruego para los Refugiados, OXFAM , Plan Internacional, Proyecto 21, Save the Children, Terre des hommes, UNFPA.

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