¿Por qué el lobby bancario teme un euro digital?

¿Por qué el lobby bancario teme un euro digital?

Durante las próximas semanas, el Parlamento Europeo negociará y votará la legislación para el euro digital. Esta nueva forma de dinero podría transformar la forma en que los europeos manejan los pagos, los ahorros y las inversiones.

Un atractivo euro digital es una forma universalmente accesible de dinero público (banco central) que combina la privacidad y seguridad del efectivo con la conveniencia de las transacciones digitales. Su propósito es actualizar el efectivo a la era digital. Para lograr una accesibilidad e innovación generalizadas, el acceso al euro digital debe ser posible a través de una amplia gama de intermediarios públicos y privados, y su uso debe ser gratuito para todos los consumidores.

Sin embargo, el camino hacia un euro digital tan atractivo enfrenta una importante resistencia por parte del sector bancario, que ve esta nueva forma de dinero como una amenaza directa a su posición central en el sistema monetario y financiero.

Las próximas deliberaciones del Parlamento Europeo son decisivas. El resultado allanará el camino para un euro digital competitivo para 2026 o sofocará su potencial.

Campaña de lobby de dos años

En los últimos dos años, los bancos y sus grupos de interés han llevado a cabo un Amplia y muy eficaz campaña de lobby. destinado a minimizar el impacto del euro digital en su modelo de negocio. Su estrategia incluye asegurar reuniones exclusivas con responsables políticos clave, escribir cartas al BCE, impulsar un euro digital que utilice la infraestructura bancaria existente y defender límites estrictos de uso que efectivamente socaven el potencial del euro digital.

Por ejemplo, para evitar que el euro digital se convierta en una útil reserva de valor y medio de pago para cantidades mayores, el lobby bancario propone limitar las tenencias de euros digitales y excluir los pagos de intereses.

Tales restricciones socavan el potencial del euro digital para ofrecer una alternativa real a los depósitos y servicios bancarios y proteger la posición privilegiada del sector bancario a expensas de la igualdad de condiciones y una inclusión financiera más amplia.

Contrariamente a la narrativa del sector bancario, restringir la funcionalidad del euro digital podría ser perjudicial para la economía europea. Se corre el riesgo de sofocar la competencia, obstaculizar la innovación y reforzar una arquitectura que prioriza los intereses de los bancos sobre los del público en general y los proveedores de servicios de pago no bancarios.

Los banqueros suelen afirmar que un euro digital atractivo es una amenaza para la estabilidad financiera. Esta afirmación no está respaldada por evidencia empírica e ignora la capacidad de los intermediarios financieros no bancarios para llenar cualquier vacío en el mercado. El euro digital probablemente conduciría a una mayor diversidad y a un panorama financiero más basado en el mercado en Europa.

Sin embargo, para dar tiempo a los bancos a adaptarse, tiene sentido introducir el euro digital inicialmente con restricciones. Luego, estas restricciones deberían relajarse gradualmente para aumentar la usabilidad del euro digital y fomentar una mayor competencia.

Mientras Europa aborda la introducción del euro digital, el proceso de toma de decisiones debe ser transparente, inclusivo y basado en el interés público. Hasta la fecha, el proceso de desarrollo se ha visto influenciado desproporcionadamente por el lobby bancario y, como resultado, el potencial del euro digital para promover un ecosistema monetario y financiero más eficiente, equitativo e innovador está en riesgo.

El camino a seguir es una reevaluación cuidadosa de la(s) función(es) prevista(s) del euro digital. Los legisladores deberían resistir las propuestas anticompetitivas del sector bancario y adoptar una visión del euro digital que sirva a los intereses colectivos de los europeos.

Esto significa que el euro digital debe ser atractivo, accesible y beneficioso para todos. El proceso de deliberación debe estar libre de la influencia desproporcionada de una industria que tiene mucho que perder si existe igualdad de condiciones para los servicios de pago y la intermediación financiera.

En conclusión, el debate sobre el euro digital no es tanto un asunto tecnocrático y legislativo sino un momento político decisivo en la historia del sistema monetario y de pagos de Europa. Es una oportunidad para redefinir el futuro del dinero, los pagos y la intermediación financiera de una manera que esté en línea con los principios de inclusión, mercados justos e innovación.

Los europeos merecen un euro digital que trascienda los estrechos intereses del lobby bancario y encarne la promesa de un panorama monetario y financiero más justo y competitivo.

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