Por qué la UE debería tomar medidas contra el agrooligopolio

Por qué la UE debería tomar medidas contra el agrooligopolio

Mientras los agricultores ven sus medios de vida bajo presión y la gente de todo el mundo lucha contra el hambre y el aumento del costo de vida, los cinco mayores comerciantes de productos alimenticios anunciaron las mayores ganancias de su historia. En 2022, los beneficios de estas cinco empresas se duplicaron o incluso triplicaron.

Las recientes protestas de los agricultores han puesto la producción de alimentos en la agenda política. Pero hasta ahora, los formuladores de políticas y los reguladores han ignorado en gran medida las fuerzas que dirigen el comercio mundial de alimentos: las grandes empresas agrícolas y sus monopolios.

La invasión rusa de Ucrania y la consiguiente perturbación del mercado provocaron aumentos de precios en las cadenas mundiales de suministro de alimentos, siendo Ucrania un importante productor de cereales. Un nuevo SOMO informe muestra cómo, a su vez, estas perturbaciones permitieron a los vendedores de cereales aumentar sus precios hasta tal punto que sus márgenes de beneficio aumentaron, ayudándoles a alcanzar niveles históricos de beneficios.

La inflación causada por este tipo de mejora del margen de beneficio se identificó a través de investigaciones académicas y desde entonces se la denomina inflación del vendedor.

La especulación empresarial de esta naturaleza (utilizar un mayor poder de mercado debido a shocks de oferta para mejorar los márgenes de ganancia) no es una práctica sin víctimas. A medida que los shocks de oferta y las ganancias corporativas provocaron que los precios de los alimentos se dispararan, el número mundial de personas con inseguridad alimentaria aguda aumentó en 40 millones.

El sufrimiento humano causado por la inflación de los vendedores en los mercados de alimentos es difícil de imaginar. Y aunque pueda parecer obvio para algunos, muchos –incluidos los reguladores– no se dieron cuenta de que un sistema alimentario que permite a cinco corporaciones oligopólicas aumentar los márgenes de ganancias durante una crisis alimentaria mundial es un sistema roto.

Las cinco corporaciones multinacionales que controlan más del 70 por ciento del comercio mundial de cereales comerciales, aceite de palma y soja se conocen como ABCCD, un acrónimo de sus cinco nombres: A

DM, Bjoven, Cargilla, COFCO y Luis DCompañía Reyfuss.

A pesar de su posición fundamental en uno de los mercados más importantes del mundo, apenas están regulados y el seguimiento gubernamental de sus actividades es muy limitado.

El control oligopólico de la ABCCD sobre la cadena de suministro de alimentos les permite influir en los precios y los costos, lo que les permitió aumentar sus ganancias a 17 mil millones de dólares en 2022.

Están fuertemente integrados verticalmente, desde el suministro de semillas o préstamos a los agricultores hasta el procesamiento, transporte y almacenamiento de alimentos, para luego llevarlos a los mercados. Los ABCCD poseen una inmensa capacidad de almacenamiento de cereales, lo que les permite almacenar alimentos cuando los precios son bajos y venderlos cuando los precios suben.

El control que ejercen sobre diferentes partes de las cadenas de suministro de alimentos les permite estar bien informados sobre cuándo y dónde se puede esperar escasez de alimentos. Su acceso a la información de mercado se ve reforzado aún más por la estrecha cooperación de la ABCCD, tanto a través de empresas conjuntas como de inversiones compartidas.

De hecho, en ocasiones esta cooperación ha sido tan estrecha que ha entrado en conflicto con la ley, y los cinco han enfrentado investigaciones regulatorias por fijación de precios u otros comportamientos anticompetitivos.

Luchando contra la especulación de las grandes empresas agrícolas

“Pero lo que siempre hemos descubierto es que en tiempos de alta volatilidad, altos precios y alto volumen, es cuando tenemos la oportunidad de ganar la mayor cantidad de dinero”, dijo el director financiero de Bunge en la declaración de resultados del primer trimestre de 2022.

La especulación empresarial durante una crisis alimentaria no es una fuerza de la naturaleza, puede controlarse. La Comisión Europea puede y debe tomar medidas para limitar el poder monopólico de las ABCCD, que parece ser el ingrediente central de su capacidad para sacar provecho de una crisis alimentaria.

Para ello, podría iniciar una investigación sobre las actividades de las ABCCD en la UE (tanto en los mercados físicos como financieros) para determinar si su concentración de mercado afecta negativamente a sus consumidores y proveedores. Además, la Comisión Europea debería plantear los problemas de concentración del mercado y comportamiento anticompetitivo ante la Red Internacional de Competencia, en cooperación con otros Estados.

También es necesario un examen minucioso de las fusiones, por ejemplo en la próxima fusión entre los comerciantes de materias primas Bunge y Viterra. La nueva empresa sería casi tan grande como Cargill, el mayor comerciante de alimentos del mundo, empeorando aún más la concentración del mercado de alimentos.

Hay más formas de desincentivar la especulación empresarial en tiempos de crisis. La UE y otros órganos de gobierno pueden instalar un impuesto a las ganancias extraordinarias (reclamando ganancias de la crisis para las arcas públicas) y mediante leyes sobre el aumento abusivo de precios (prohibiendo los aumentos agudos de precios durante una crisis).

Los ingresos provenientes de un impuesto a las ganancias extraordinarias podrían destinarse al interés público, por ejemplo, apoyando la transición justa de los agricultores a un modo de producción sostenible.

Luchar contra el poder monopolista

Desde la década de 1980, los gobiernos han abandonado las estrictas leyes antimonopolio, permitiendo a las empresas fusionarse y crecer aparentemente sin límites. El resultado es que ahora tenemos monopolios en multitud de sectores, desde las grandes tecnologías hasta la alimentación. Estas empresas han construido posiciones de dominio estratégico y de mercado en las que se han vuelto demasiado grandes para quebrar, demasiado grandes para confiar y “demasiado grandes para preocuparse”.

Las grandes empresas agrícolas y minoristas de alimentos están ejerciendo presión sobre los agricultores y nuestros sistemas alimentarios de diversas formas.

Han acumulado tanto poder de mercado que toman decisiones que afectan profundamente la vida de todos nosotros, especialmente cuando se trata de alimentos.

Es hora de que la UE desempolve sus herramientas antimonopolio y las utilice para acabar con el poder de las grandes empresas agrícolas.

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